Un adolescente converso al yihadismo se preparaba en Sitges para atentar con explosivos
Con sólo 16 años, A. B. ya experimentaba un proceso de extrema radicalización yihadista cuando, en el verano de 2022, no se le ocurrió otra cosa que irse a un monte cerca de su casa de Sitges y colocar un explosivo que se había fabricado él mismo, detonarlo y grabar la prueba con el móvil para, a continuación, colgar su “hazaña” en las redes sociales. El protagonista, que este mismo año cumple 18, no es musulmán, ni de padres musulmanes, ni tenía conexión alguna con el yihadismo antes de hacerse converso y empezar a admirar a los muyahidines de Chechenia para, en definitiva, imitarlos.
En marzo de 2023, en una vigilancia en Internet, lo detectaron agentes de la UCE2, la unidad especializada en terrorismo yihadista de la Jefatura de Información de la Guardia Civil. El 23 de junio de 2023, los guardias entraban en su casa para detenerlo y hacer un registro. La operación ha permanecido inédita hasta ahora. En marzo pasado, el Juzgado Central de Menores de la Audiencia Nacional decretó el internamiento del muchacho en un centro de reinserción.
El 22 de noviembre de 2022 el personaje había difundido en sus redes su intención de cometer un atentado en cuanto alcanzara la mayoría de edad. Sus amigos, occidentales como él, lo sabían y no dijeron nada. Cuando fue detenido, ya se había retratado haciendo el juramento de los terroristas con el índice levantado, decorando su imagen con barba, pañuelo y una bandera negra del Estado Islámico como telón de fondo. Y, además, delante de su familia que ignoraba sus nuevas tendencias que le estaban convirtiendo en un aprendiz a yihadista.
Todo lo hizo con un intenso uso del móvil y el ordenador, en su casa de Sitges, sin que los padres sospecharan a qué se dedicaba durante los meses anteriores a su detención, A.B. intensificó su búsqueda en internet para perfeccionar sus explosivos artesanos. Con peróxido y otros ingredientes fabricaba TATP, el polvo deflagrante conocido como “madre de Satán”. En la tarde del 27 de abril de 2023, preguntó online “cómo fabricar un detonador para TATP o C4”. Y le contestó en Telegram la Fundación de Ciencias Militares Al Saqri, una entidad vinculada al ISIS, quienes le facilitaron el enlace a una plataforma concreta para descargarse un manual. Eran las siete y media de la tarde. A las nueve y media de la noche se estaba de descargando en el móvil el librillo “Easy Explosives 5 HMTD Preparation”.
En junio intensificó su autoradicalización, tras tres años de fanatización. El 4 de junio publicó en Telegram un tratado en inglés, ‘Las reglas en las operaciones de martirio’. El 10 de ese mes, en la plataforma de mensajería Session, charlaba con un usuario que se hace llamar Muhammed. Ambos comparten su admiración por el yihadismo caucásico, por los guerrilleros chechenos del Batallón Muyahidín, o Jaish Al-Muyahidin wal-Ansar, y su proyecto de implantar la ley coránica en la región con una nueva generación de combatientes. “Solo somos unos pocos por ahora, pero no necesitamos muchos para esto -le anima Muhammed-. Con 400-500 hermanos tenemos suficientes”.
Días antes, había confesado a Hava, una usuaria de Instagram, que andaba hablando con gente “sobre ataques con bomba en gasolineras, o dirigir un camión a una calle repleta de gente y una vez completado el ataque, morir como mártires ante las fuerzas policiales”, relata la sentencia de la Audiencia Nacional que le ha supuesto tres años de reclusión.