El TSJC anula el veto que el Gobierno de Colau infringió al Proyecto del Museo Hermitage de Barcelona: Miopía de la izquierda

El varapalo histórico al Ayuntamiento de Barcelona por el veto al Hermitage

Imagen virtual del proyecto del Museo Hermitage para Barcelona. © Museo Hermitage Barcelona.

 

El reciente fallo del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) ha tumbado la decisión del Ayuntamiento de Barcelona, bajo el mandato de Ada Colau, de vetar la construcción del museo Hermitage en el puerto de la ciudad. Esta sentencia no solo revoca la negativa municipal al proyecto, sino que también anula un artículo del Plan Especial de la Nueva Bocana del Puerto de Barcelona que el consistorio había usado como pretexto para bloquear la iniciativa.

Este revés judicial pone en evidencia una vez más cómo una minoría política, sustentada en una aritmética electoral que no representa a la mayoría de los barceloneses, puede tomar decisiones con un impacto devastador en el desarrollo económico y cultural de la ciudad. En las elecciones municipales de 2019, Ada Colau obtuvo 156.157 votos, lo que representa aproximadamente el 8,9% de la población total de Barcelona, que en ese momento era de 1.752.627 habitantes. En otras palabras, menos del 9% de los barceloneses decidieron, mediante una alianza de gobierno con fuerzas políticas afines, el rumbo de una de las principales ciudades de Europa.

Un proyecto frustrado por ideología

El caso del Hermitage no es un hecho aislado, sino un reflejo de la visión ideológica que Colau, Collboni (quien la apoyaba) y sus respectivos equipos aplicaron de manera sistemática durante su mandato. En lugar de fomentar el crecimiento de Barcelona como capital cultural y turística de primer nivel, la administración se obsesionó con frenar cualquier iniciativa que implicara inversión privada, especialmente si esta provenía de grandes capitales internacionales.

La negativa al Hermitage no tenía fundamentos técnicos sólidos. No se trataba de un problema de viabilidad, ni de impacto medioambiental, ni de falta de encaje urbanístico. Se trataba, más bien, de una lucha ideológica contra lo que Colau y su entorno político denominaban la "privatización de la cultura". Sin embargo, esta postura chocaba con la realidad de otras ciudades europeas, donde los grandes museos privados y las colaboraciones público-privadas han servido para enriquecer la oferta cultural y dinamizar la economía local.

El museo Hermitage en el puerto de Barcelona habría generado cientos de empleos directos e indirectos, además de consolidar la ciudad como un polo de referencia artística de primer nivel. Pero la cabezonería de la exalcaldesa y su visión dogmática impidieron que el proyecto avanzara, dejando en evidencia que las decisiones no respondían a un análisis pragmático de los beneficios para la ciudad, sino a una agenda política cerrada y dogmática.

El impacto del bloqueo y el deterioro de Barcelona

Más allá del caso concreto del Hermitage, este episodio forma parte de una serie de políticas que han ido deteriorando la imagen de Barcelona a nivel internacional. La oposición sistemática a proyectos estratégicos, la falta de una visión a largo plazo y la demonización de la inversión privada han contribuido a una sensación de estancamiento en la ciudad.

El turismo, uno de los motores económicos de Barcelona, ha sido constantemente atacado desde el gobierno municipal, con restricciones que han afectado la competitividad de la ciudad frente a otras grandes capitales europeas. Al mismo tiempo, la falta de un plan serio para abordar problemas estructurales como la inseguridad, el deterioro del espacio público y la falta de vivienda asequible han convertido a Barcelona en un lugar menos atractivo tanto para los inversores como para sus propios ciudadanos.

El cambio de gobierno: ¿Una oportunidad o más de lo mismo?

Con el PSC al frente del Ayuntamiento de Barcelona tras las elecciones de 2023, muchos esperaban un giro en la gestión municipal. Sin embargo, aunque la retórica ha cambiado las políticas de fondo siguen ancladas en una visión de izquierdas que, aunque menos radical que la de Colau, sigue impregnada de la misma mentalidad de desconfianza hacia la inversión privada y el crecimiento económico basado en la iniciativa empresarial.

La duda ahora es si el proyecto del Hermitage podrá salir adelante o si se encontrará con nuevos obstáculos administrativos, esta vez de la mano del PSC. Si bien este partido se ha mostrado más pragmático en algunas cuestiones, su historial en la Generalitat con proyectos como el Hard Rock Hotel en Tarragona genera desconfianza. En ese caso, pese a los beneficios económicos evidentes, el proyecto ha sido saboteado constantemente por sectores internos del gobierno catalán.

Barcelona no puede permitirse seguir perdiendo oportunidades por cuestiones ideológicas. La ciudad necesita recuperar su liderazgo económico, cultural y turístico. Para ello, es imprescindible que sus dirigentes entiendan que la colaboración entre el sector público y el privado no es una amenaza, sino una oportunidad para mejorar la vida de los ciudadanos.

El fallo del TSJC no solo rectifica una injusticia, sino que envía un mensaje claro: la política no puede estar por encima del interés general. Es momento de dejar atrás la confrontación ideológica y apostar por una Barcelona abierta, dinámica y competitiva. La capital catalana no merece seguir atrapada en la parálisis que le han impuesto sus gobernantes.