Descubren el origen escocés de la piedra del altar de Stonehenge
El enigma que siempre ha supuesto la formación neolítica de Stonehenge tras aproximadamente 5.000 años desde su construcción, se agranda con el descubrimiento publicado en la prestigiosa revista de referencia Nature (Clarke, A.J.I., Kirkland, C.L., Bevins, R.E. et al. A Scottish provenance for the Altar Stone of Stonehenge. Nature 632, 570–575 (2024). https://doi.org/10.1038/s41586-024-07652-1) en el que demuestran la procedencia de la piedra del altar y, sobre todo, de una importante organización social y conocimiento del transporte pesado que se ignoraba del neolítico.
Comprender la procedencia de los megalitos utilizados en el círculo de piedra neolítico de Stonehenge, en el sur de Inglaterra, permite comprender la cultura y la conectividad de la Gran Bretaña prehistórica. La fuente de la Piedra del Altar, el megalito de arenisca reclinado central, ha permanecido desconocida, y trabajos recientes descartan un origen en la Cuenca Anglo-galesa. Basándonos en la edad y la química de los granos detríticos de circón, apatita y rutilo de dentro de los fragmentos de la Piedra del Altar, las edades de estos granos indican la derivación de una región de fuente cristalina Laurentiana final que fue sobreimpresa por magmatismo de Grampian (hace alrededor de 460 millones de años). Las comparaciones de la edad detrítica con los paquetes sedimentarios en toda Gran Bretaña e Irlanda revelan una similitud notable con la arenisca roja antigua de la cuenca de Orcadian en el noreste de Escocia. Esta procedencia implica que la Piedra del Altar, un bloque de seis toneladas, se obtuvo al menos a 750 km de su ubicación actual. La dificultad del transporte terrestre a larga distancia de una carga tan grande desde Escocia, sorteando barreras topográficas, sugiere que se transportó por mar. Esta ruta demuestra un alto nivel de organización social en el transporte dentro de Gran Bretaña durante el Neolítico.
Stonehenge, el círculo de piedras en pie neolítico ubicado en la llanura de Salisbury en Wiltshire, Inglaterra, ofrece una valiosa perspectiva de la Gran Bretaña prehistórica. La construcción en Stonehenge comenzó ya en el año 3000 a. C. , con modificaciones posteriores durante los dos milenios siguientes. Los megalitos de Stonehenge se dividen en dos categorías principales: piedras sarsen y piedras azules. Las sarsens más grandes comprenden silcreta de costra dúrica proveniente predominantemente de West Woods, Marlborough, aproximadamente a 25 km al norte de Stonehenge. La piedra azul, el término genérico para las rocas consideradas exóticas en el área local, incluye toba volcánica, riolita, dolerita y litologías de arenisca. Algunas litologías están vinculadas con sitios de canteras neolíticas en el área de Mynydd Preseli en el oeste de Gales. Una arenisca del Paleozoico Inferior sin nombre, asociada con el área del oeste de Gales sobre la base de fósiles de acritarco , está presente solo como desecho ampliamente diseminado en Stonehenge y posiblemente como tocones enterrados.
¿Viaje por mar?
El descubrimiento abre nuevas preguntas que amplían el misterio de Stonehenge: ¿cómo y por qué los cazadores recolectores que vivieron hace 4.500 años transportaron una roca de cinco metros de largo y un peso de seis toneladas a través de toda Gran Bretaña? Si bien los autores del estudio señalan que esta investigación no ha indagado acerca de los motivos y formas detrás del largo viaje de la Piedra del Altar, sí sugieren una posible explicación: el transporte marítimo.
Las rocas pueden moverse aprovechando el hielo de las glaciaciones, «pero, en este caso, una distancia tan larga es incompatible con este largo trayecto, indica Clarke. Por otro lado, el transporte por tierra tampoco parece la opción más viable: «La Gran Bretaña neolítica estaba densamente arbolada, lo que impedía el transporte terrestre. Había grandes montañas, ríos, pantanos y estuarios que habrían planteado barreras formidables. Además, ya sabemos que existían rutas de navegación basadas en el transporte de carga más pequeña, como cerámica y animales», indica Kirkland. De hecho, un experimento con una barca neolítica demostró que el resto de piedras azules de Stonehenge pudo haber llegado de esta forma.
Más allá del cómo, este hallazgo implica un alto nivel de organización social en una era que se presupone mucho menos 'sofisticada'. «Esta piedra ha viajado una distancia enorme, al menos 700 kilómetros, el viaje más largo registrado para cualquier piedra utilizada en un monumento de ese período. La distancia recorrida es asombrosa para la época -indica Nick Pearce, de la Universidad de Aberystwyth-. No hay duda de que muestra un alto nivel de organización social en las Islas Británicas durante el período y que estos hallazgos tendrán enormes repercusiones para comprender las comunidades en la época neolítica, sus niveles de conectividad y sus sistemas de transporte».