Un análisis profundo de la calidad democrática de los sistemas electorales de las CCAA en España
La calidad de los sistemas electorales afecta tanto a la representatividad como a la equidad en los resultados. En el caso de las CCAA, existen diferencias notables en la manera en que el sistema electoral de cada región pondera el voto entre sus ciudadanos, que vamos a ir desgranando a continuación.
Índice de Gini: la desigualdad en la representatividad
El índice de Gini es una medida comúnmente usada para cuantificar una desigualdad. En términos electorales, indica cuán desigual es la representación de los votantes en cada circunscripción. Por ejemplo, una circunscripción en la que se necesiten más votos para obtener un escaño, está subponderada. Canarias y el País Vasco presentan los mayores niveles de desigualdad con un índice de Gini del -31,1% y -24,5% respectivamente, debido a una gran disparidad entre las circunscripciones más pobladas y las menos pobladas. Asturias (curiosamente a pesar de ser una CCAA uniprovincial), Baleares y Canarias son las únicas CCAA en la que la circunscripción es menor que la provincia, siendo además muy desiguales. Por el contrario, Madrid, Murcia o Navarra no muestran desigualdad en la representación, con un Gini del 0% debido a que son circunscripciones únicas.
Representatividad: menos votantes por escaño
La representatividad refleja cuántos votantes son necesarios para obtener un escaño en cada comunidad. Andalucía y Castilla la Mancha son las comunidades donde más votos se necesitan para conseguir un representante, por lo que muestran niveles de representatividad bajos. En cambio, regiones con menor población como Ceuta y Melilla necesitan menos votos por escaño (3.457 y 3.335 respectivamente), lo que los hace mucho más representativos del pensamiento de cada ciudadano o pequeño grupo de ciudadanos en comparación con comunidades con mayor población. Cosa distinta es el coste de una mayor representatividad, lo cual no es objeto de este análisis.
Simetría: la igualdad en la población
La simetría mide cuán similares son las poblaciones de las diferentes circunscripciones dentro de una comunidad. Cuanto más parecidas sean las poblaciones de las circunscripciones, más equitativo es el sistema. En este análisis, regiones como Canarias y Baleares presentan los peores índices de simetría, con cifras del 90,5% y 57,4%, lo que indica grandes diferencias en el tamaño de sus circunscripciones. Por otro lado, comunidades como Madrid, Murcia o Navarra mantienen una simetría perfecta del 100%, por ser circunscripciones únicas y comunidades uniprovinciales.
Umbral: Mínimo para obtener un escaño: ¿Qué tan accesible es la representación?
El umbral mínimo es el porcentaje de votos que un partido debe alcanzar para obtener representación en el parlamento. Este criterio es crucial, ya que la diferencia entre el umbral establecido y el umbral democrático demasiado alto excluye a partidos pequeños, limitando la pluralidad. En este análisis, las comunidades con mayor diferencia en este umbral son Canarias (8.4%) y Madrid (4.3%) lo que dificulta que un partido con el suficiente respaldo popular obtenga representación si no alcanza el umbral establecido. Estos umbrales elevados favorecen a los partidos más grandes, limitando la entrada de fuerzas políticas minoritarias, pero con suficiente apoyo como para representar al pueblo.
Una visión general: el índice total de calidad democrática
Al combinar todos estos factores, obtenemos un índice general de calidad democrática que promedia el rendimiento en cada comunidad en los distintos aspectos mencionados. La media de calidad democrática en España se sitúa en el 57,7%. Madrid es la comunidad grande con mejor rendimiento global (86,8%) tras Murcia (90.2%), lo que refleja su equidad en Gini, umbral de representación, simetría y representatividad. En el otro extremo, Canarias es, de lejos, la comunidad con los peores índices globales de calidad democrática (tan solo un 7,2%) debido a su baja simetría y la desigualdad en la representatividad.
En resumen, el análisis de la calidad democrática en las comunidades autónomas revela grandes disparidades entre regiones en cuanto a cómo sus sistemas electorales tratan a sus votantes. Mientras que algunas comunidades han logrado alcanzar una representación más equitativa, destacándose Madrid como la CCAA grande más justa electoralmente, otras como País Vasco, Aragón, Baleares y especialmente Canarias, tienen sistemas electorales inherentemente injustos en cuanto a la igualdad de voto y la representatividad.
España también afronta este mismo problema en la elección de los integrantes en el congreso de los diputados, pues hay circunscripciones provinciales que aparecen así descritas en la constitución, de muy diverso tamaño, y 1 de cada 3.5 diputados se reparte entre cada circunscripción independientemente del tamaño, pero a pesar de todo, el sistema es bastante más justo que el de la Comunidad Valenciana, Galicia, Aragón, Baleares, País Vasco y/o Canarias.
Déjenme maliciar que algunas de estas CCAA, junto con Catalunya (que tampoco sale bien parada del análisis) son gobernadas por partidos con menor sentimiento de pertenencia a España y que suelen aducir para justificar sus quejas una falta de democracia en España. Pero cuando nos ponemos a analizar la realidad vemos que, precisamente, en aquellos lugares que aducen que hay falta de democracia, es donde se aplica con mayor rigor.