Opinió

La coherencia

Sobre el Caso Errejón, no seré yo quien haga leña del árbol caído. Para eso están sus hasta ayer compañeros y casi hermanos ideológicos (curioso que conociendo el caso, hoy no se lo perdonen y ayer sí) y sus adversarios políticos que han olido sangre y van a por más.

Sí, si me lo permiten, me gustaría analizar una sentencia que dejó ayer el siempre tan pedagógico político en su mensaje de renuncia a su acta de diputado. Hablaba él de "la falta de coherencia entre la persona y el personaje" y eso me llamó mucho la atención.

Si bien es cierto que quien más quien menos, en ocasiones, disocia lo que piensa de lo que hace -véase por ejemplo el caso de un peatón que valora la seguridad vial pero que cruza una calle en rojo- lo que produce escándalo es cuando esa disociación se lleva a extremos.

El caso del partido Podemos surgido de las protestas del 15 M (y que luego ha podido desgajarse y derivar en + Madrid, + País y Sumar) es de estudiar. Este partido apareció como "solución y contraposición" ante lo que en reiteradas ocasiones llamaron "casta"(refiriéndose a los partidos clásicos, especialmente los de derechas). Pues bien, tres de sus máximos exponentes han caído en esa disociación excesiva entre las ideas pregonadas y sus acciones personales. 

El Sr. Monedero se alejó de la primera línea política después de haber sido acusado de fraude fiscal (acción que muy enérgicamente denunciaba de la "casta"), hecho que reconoció y pagó su deuda con el Estado. Sobre Pablo Iglesias también podemos comentar esa falta de coherencia. Después de protagonizar muchos escraches porque se lo pedía su ética política, denunció ante la policía y la justicia los que le hicieron a él. Además parece poco proletario retirarse de la primera línea política con los sueldos, muchas veces por encima del salario mínimo interprofesional, que le llegan a casa (por cierto, ¡vaya casoplón!).

Y ahora el caso Errejón, muy feminista en sus discursos y... -no voy a calificarlo- en su vida real. Entiendo lo mal que lo deben pasar sus correligionarios para asimilar todo esto y seguir dando la cara. Cuando la falta de coherencia es grave, cuando la distancia entre el personaje y la persona se agranda,  el daño es mayor y hay que tomar medidas que corten la hemorragia. Quizás ahora, estas formaciones políticas y sus discípulos entenderán,  el sentir de la Iglesia- a la que ellos tanto criticaron por los casos de pederastia-,  que a pesar de la enorme labor realizada por miles de religiosos y laicos  y nunca valorada suficientemente, en todos los continentes en favor de los más necesitados, se viera en las portadas de todos los medios informativos.

La coherencia entre los principios y las acciones es una muestra de honestidad y es esta honestidad la que se exige a quien quiere convertirse en personaje público. No se puede dar lecciones a los demás y luego no pasar la reválida ya que el desencanto producido en los seguidores puede ser mayúsculo. No vale aquello tan gracioso que se dice de: "niño, haz lo que te digo, no lo que yo hago".

En nuestro "mercado político" esto es demasiado común. Abundan los casos de corrupción y de incoherencias. Por señalar alguna, además de los que ya están bajo sumario, me gustaría destacar a los políticos que odian a España y sus instituciones pero que cobran encantados y sin ningún pesar los sueldos que les paga el Estado español como alcaldes,  concejales, diputados, eurodiputados, presidentes autonómicos, ex-presidentes, consejeros...

La regeneración de los principios y valores es una cuestión urgente. Es imprescindible que la sociedad española, europea y hispanoamericana vuelva a los valores humanistas y trascendentes que fueron los pilares desde su fundación y aparten la incoherencia entre sus ideas y acciones, que crea personajes, más que personas.