Opinión

Abandonados en la tormenta: la traición política tras la DANA en Valencia

Ha pasado una semana desde que la DANA azotó Valencia, causando devastadoras inundaciones y dejando a su paso un rastro de destrucción y desolación en la región. Esta catástrofe natural, que ha afectado gravemente la vida de los valencianos, ha puesto en evidencia no solo la vulnerabilidad de las infraestructuras frente a fenómenos extremos, sino, sobre todo, la ineficacia de las autoridades políticas en gestionar la crisis de forma ágil y responsable. A pesar de la urgencia y el peligro de la situación, los responsables en la Generalidad Valenciana y el gobierno central han tardado días críticos en reaccionar, demostrando una preocupante falta de empatía y capacidad organizativa en la respuesta ante una emergencia que reclamaba acción inmediata.

Sánchez y Mazón
photo_camera Sánchez y Mazón

Desde el primer momento, la administración de la Generalidad Valenciana, en lugar de liderar la respuesta y coordinar la asistencia para los damnificados, ha demostrado ser incapaz de ofrecer el apoyo necesario. No hubo presencia activa de sus líderes ni una rápida disposición de recursos en las áreas afectadas. Ni el presidente de la Generalidad ni su equipo fueron capaces de convocar los medios necesarios ni de pedir ayuda a otras comunidades en el momento adecuado. El retraso en la actuación fue tan evidente que el pueblo valenciano se sintió abandonado, sin el respaldo de sus propios gobernantes, lo cual resulta alarmante en una democracia moderna. Su incapacidad de movilizar fuerzas de emergencia, de organizar una respuesta eficaz y de estar al lado de sus conciudadanos revela una falta de preparación inadmisible para enfrentar una crisis de esta magnitud.

A pesar del abandono y la lentitud de las autoridades, la verdadera respuesta a esta crisis ha venido de las propias personas. Los pueblos afectados han visto cómo ciudadanos anónimos, voluntarios y organizaciones de la sociedad civil se han volcado en ayudar de inmediato, arriesgando su tiempo y esfuerzo para rescatar, limpiar y proveer recursos básicos a quienes más lo necesitan. Frente a la desidia política, ha sido el propio pueblo español el que, de manera solidaria y desinteresada, ha demostrado un verdadero compromiso con los damnificados. Desde el primer momento, han surgido manos dispuestas a ayudar sin esperar nada a cambio, recordándonos que la empatía y la colaboración están en el corazón de la sociedad, aun cuando fallan las instituciones.

A nivel estatal, la situación no ha sido mejor. La respuesta del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha puesto de relieve una desconexión preocupante con el pueblo valenciano. En lugar de liderar y coordinar los esfuerzos de ayuda desde el primer momento, Sánchez optó por un enfoque distante, que reflejó, no solo una falta de empatía, sino una actitud de indiferencia hacia los afectados. La frase "si necesitan ayuda, que la pidan", pronunciada por el propio presidente, es una muestra clara de esta actitud. Una declaración de este tipo, que muestra tal nivel de desdén y narcisismo, jamás debería salir de boca de un líder que tiene la responsabilidad de velar por el bienestar de todos los españoles, sin importar las diferencias políticas o ideológicas.

En este contexto de abandono institucional, ha sido la figura del rey Felipe VI la que ha mostrado un compromiso auténtico con los ciudadanos. Su presencia en la zona afectada no solo ha sido simbólica, sino que ha reflejado la disposición de la Corona de estar al lado del pueblo en momentos de necesidad. El rey ha demostrado, una vez más, su temple de acero y su sentido del deber, en contraste con la actitud de los políticos que intentaron usar su presencia para protegerse de las críticas por su ineficaz gestión. Sin embargo, esta estrategia les salió mal; lejos de mejorar su imagen, quedó en evidencia su cobardía, al no asumir la responsabilidad que les corresponde y huir de sus obligaciones mientras el monarca enfrentaba a la población con dignidad.

Los ciudadanos de Valencia, y de toda España, merecen líderes que actúen con responsabilidad, empatía y prontitud en los momentos de mayor necesidad, sin anteponer intereses ideológicos o personales al bienestar común. La gestión de esta crisis ha dejado al descubierto una clase política desconectada de la realidad y centrada en sus propias luchas de poder, mientras que aquellos afectados por la DANA siguen esperando soluciones reales. La dignidad de nuestras instituciones y del propio país está en juego.

La gravedad de esta situación exige, sin duda, que los responsables asuman las consecuencias de sus actos. La Generalidad Valenciana y el gobierno central han demostrado una ineficacia que el pueblo no puede tolerar, por lo que su dimisión es ya un paso necesario. De esta forma, las elecciones devolverán a los ciudadanos el poder de elegir a líderes verdaderamente dispuestos a cumplir con el deber de servir y proteger a sus compatriotas, y a restaurar la confianza en unas instituciones que han fallado en el momento más crítico.

¡¡Viva Valencia!!