En Cataluña, tanto el catalán como el castellano tienen estatus de lenguas oficiales, un reconocimiento que simboliza el compromiso de inclusión y respeto hacia la diversidad de identidades. El derecho de elegir en qué idioma comunicarse y ser atendido en servicios públicos garantiza un trato igualitario y promueve un sentido de cohesión que evita la crispación. Al permitir que cada ciudadano se exprese en su lengua preferida, se refuerza un respeto mutuo que previene las tensiones y actúa como un antÃdoto contra aquellas voces populistas que, aprovechando la ausencia de empatÃa, intentan pintar un falso problema de convivencia.
El catalán es una pieza fundamental de la identidad catalana y promover su uso es vital para preservar el patrimonio cultural de la región. Sin embargo, promover el catalán no debe implicar restricciones al uso del castellano, sino un esfuerzo por integrar ambos idiomas en igualdad de condiciones. La empatÃa aquà resulta esencial: el catalán debe ser protegido y fomentado, pero sin restar importancia al derecho a hablar y ser atendido en castellano. AsÃ, la verdadera libertad lingüÃstica en Cataluña debe ser una convivencia equilibrada y armoniosa, donde cada lengua encuentra su lugar y ambas pueden ser elegidas sin que una se imponga sobre la otra.
Un enfoque de "bilingüismo activo" en los servicios públicos y centros de salud permitirÃa a cada ciudadano elegir el idioma en el que desea ser atendido. Esta preparación de los profesionales para atender en catalán o castellano se convierte en una muestra tangible de respeto hacia la pluralidad de Cataluña y también en una muestra de empatÃa institucional, escuchando y atendiendo las preferencias individuales de cada persona.
La falta de empatÃa en cuestiones lingüÃsticas, sin embargo, puede dar lugar a una crispación latente que afecta tanto a la convivencia como al clima social en general, generando tensiones que aprovechan aquellos discursos populistas que, con promesas vacÃas y su particular "canto de sirena," intentan convencer a la gente de que existe un problema de convivencia en Cataluña. Nada más lejos de la realidad: Cataluña es una sociedad rica en diversidad, y defender el catalán no implica rechazar el castellano. Implica construir una comunidad donde ambos idiomas se enriquezcan mutuamente, fortaleciendo una identidad catalana inclusiva y abierta a la pluralidad.
La libertad de elección en el idioma de atención no solo es un derecho, sino un reflejo de empatÃa, respeto y compromiso de Cataluña con su diversidad. En un contexto de respeto mutuo y sensibilidad hacia los derechos de los demás, el peligro de la crispación y la manipulación populista se reduce, dando lugar a una convivencia sana y respetuosa. Cataluña, desde su historia y hasta el presente, ha sabido integrar y respetar las diferencias. Con esta empatÃa, la libertad lingüÃstica puede reflejar los valores de una sociedad unida y diversa, capaz de unir a sus ciudadanos en su pluralidad y evitar las tensiones artificiales que solo buscan dividir.