La importancia del No

Hay momentos o situaciones, que te hacen pensar si lo estás haciendo bien con tus hijos, o eres un bicho raro que valora la importancia de los límites reales, los que se cumplen. Se impone en la actualidad el famoso solo sí es sí, pero ¿nadie ha pensado en la importancia del no es no? ¿Nadie se da cuenta de lo importante que es para un niño aprender que cuando le dicen que no tiene que aceptarlo?

El cerebro de una niña (o niño) pequeña es capaz de aceptar y gestionar un no, y es el momento de aprender a hacerlo. Las reacciones de un niño son, por norma, fácilmente controlables, si trasladamos esa primera negativa a un adolescente, o a una adulta, tenemos un problema, ni por edad, ni por tamaño, serán tan fáciles de gestionar o de contener en caso de ser necesario.

Pongo en situación: mientras me tomo lo que debería ser un relajante café en una cafetería, una adorable criatura de unos tres años deleita al respetable con un variado repertorio de súplicas y lamentos, porque quiere un sobre de cromos. La mamá muy dialogante ella, y muy consciente de que todos la miramos, procede a dialogar con esa dulce criatura. Intenta convencerle con buenas palabras de que no se grita: no lo consigue. Y el energúmeno sube los decibelios, mamá se estresa, primera amenaza, si sigues gritando no te lo compro, y el niño que, si quiere bolsa señora, ahora además se pasea para que todos gocemos del espectáculo.

Segunda amenaza, no te lo voy a comprar, te estás portando mal, todo dicho con un tono suave, cariñoso, conciliador, de manual de madre moderna. El niño, consciente de que todos le miran y mamá está sobrepasada, sigue con su sainete, lloros, gritos, súplicas, ahí mamá va con todo, amenaza por tercera vez, y esta vez sí, debe pensar que es la definitiva, si sigues así no te vuelvo a comprar cromos nunca más (¡¡¡señora, todos sabemos, y su hijo también, que eso es mentira!!!).

El chiquitín se está hartando ya, quiere los cromos, pero la comedia se le está alargando, y ese nivel de intensidad, agota al más pintado, así que se lo juega todo a la última carta, se echa al suelo llorando, ahí mamá ya se cabrea, y esta vez con voz muy enfadada le amenaza, o eso cree ella, diciéndole, vale, te lo compro, pero es la última vez que te compro los cromos si te portas así, y le aclara a la amiga que estaba a su lado en la mesa: es que si no, no se calla.

Todos sabíamos que se los iba a comprar y ha perdido usted la oportunidad de ser coherente y educar a su hijo. Si le iba a decir que sí, dígaselo desde el principio, si no, lo que aprende su nene es que si chilla, consigue lo que quiere. Ahora traslademos eso a los adolescentes, ¿cómo van a aceptar un no a edades complicadas si lo que han aprendido en casa es que todo vale para conseguir lo que quieres? ¿Si nunca han visto cumplido un no?

Las familias no son conscientes de lo que facilita la vida futura enseñar a un niño el valor del no. No se engañen, los nenes no se frustran y, si lo hacen, ya se les pasará, pero marcar unos límites coherentes durante la infancia hará su vida mucho más agradable durante la temida adolescencia y le permitirá disfrutar de ese momento con sus hijos que, en caso contrario, se le va a hacer muy difícil.

Los límites valen para todo, es enseñar a sus hijos que cuando mamá o papá dicen una cosa, se cumple, y si no, hay consecuencias, y esas consecuencias se tienen que cumplir, si tú dices a tus hijos que les vas a dejar sin dibujos una tarde porque no han cumplido con la tarea, hazlo, si no te sientes capaz de cumplir ese castigo, no lo impongas, pierdes una autoridad que en la adolescencia será muy necesaria, hay que ser precavidos, e imponer castigos que seamos capaces de hacer cumplir, aunque sea dejar al niño sin dibujos 20 minutos, pero que sea verdad, que los niños son muy listos señores, y nos van a tomar el pelo mil veces si les dejamos.

Por eso madres y padres, si decimos que no, que sea que no, si no, no lo digan, no les va a servir de nada, y el resto de la humanidad tendrá que aguantar a niños y niñas maleducados que gritan donde no deben y que se creen que el mundo es suyo porque sus papás no se atrevieron a frustrarles por no causarles un trauma, que igual teniendo en cuenta lo que cuestan los psicólogos, es mejor evitar el trauma que pagar una sesión. Pero ese ya, es otro tema.