Inquiokupas, el nuevo Tamagotchi
Los juguetes van por modas, hace unos años no eras nadie si no tenías un Tamagotchi. Más tarde apareció el Furby. Y, ahora, no eres importante si no tienes un/una inquiokupa. Esa soy yo, llegué tarde a la moda de los muñecos diabólicos que tenías que cuidar y que taladraban los oídos con sus lamentos y peticiones si no los atendías.
No tuve que cancelar planes porque había que alimentarlos, pero ¡ay, amigos! sí tengo una inquiokupa que, si lo miras bien, es como el Furby: no la alimentas, pero le pagas la hipoteca, que para el caso, viene a ser lo mismo. La diferencia es que los muñecos vienen con manual de instrucciones para ponerlos en funcionamiento y apagarlos cuando ya te han frito las neuronas, pero ¿cómo lo hacemos con los inquiokupas? ¿Cómo acabamos con las molestias que ocasionan si no tenemos libro de instrucciones?
A los inquiokupas no los compras de regalo o te los traen los Reyes Magos, te los trae Pedro Sánchez y sus políticas populistas que criminalizan al pequeño propietario y premian a los vagos que prefieren vivir del cuento y okupar para no pagar, a la gente que ha decidido vivir de las pagas, de los ingresos mínimos y de las ayudas. Una masa social fabricada por el populismo socialista para asegurarse los votos de los que dependen de ellos porque son incapaces de labrarse un futuro.
Y ahí entramos los pequeños propietarios. Somos nosotros los que suplimos la inutilidad de un gobierno que es incapaz de sostener todo aquello que promete y nos obliga a mantener a esa gente que vive a nuestra costa, a mi costa. Mi inquiokupa, a la que por cierto no peino, pero sí le pago la vivienda, ha decidido que no va a pagar el alquiler, y que no se va a ir de mi casa. Una casa que yo necesito para irme a vivir y de la que no la puedo echar porque, por alguna razón que se me escapa, ella que no paga tiene más derechos que yo que sí que pago.
Pues bien, señores socialistas, comunistas, podemitas y toda esa caterva de vividores: llévenselos a sus casas, páguenles el alquiler, la luz o lo que se les cante, pero no nos obliguen a nosotros a ofrecer alquileres sociales a gente que no aspira a nada en su vida. Gente a la que desde su más tierna infancia les han enseñado que si papá estado no provee, otro lo hará, y que si llegado el caso lo consideran oportuno pueden tomar como propio lo que se les antoje, porque no pasa nada, la casa es grande, el café es para todos. Los socialistas son chupiguáis, y alguno de los que campa ahora por el gobierno hace cosas chulísimas, pero para ellos, no para nosotros, los mortales. ¿A que sí?