Opinión

Sánchez y el arte de no contestar

Lo vemos en la televisión y no damos crédito. En las ruedas de prensa y ayer mismo en las sesiones de control al Gobierno, el presidente, el número uno, con sorna y media sonrisa en la cara, se levanta de su escaño y con un arte envidiable esquiva las preguntas. Una tras otra.

Que el líder de la oposición le pregunta por algo como por ejemplo "el intento del Gobierno de controlar Telefónica con el fin de extorsionar a los medios de comunicación como el del grupo Prisa", el responde sobre cualquier otro tema, básicamente ataques a sus contrarios, es decir que si la "corrupción de Ayuso" que si "la incompetencia de Mazón", que si "los discursos xenófobos de Vox" (sic)...

Sus ministros, siguiendo el ejemplo de su jefe, hacen lo mismo. Y curiosamente lo hacen con palabras calcadas como si de una orquesta bien afinada se tratara. (¿Se lo preparan? ¿Hay un director de campaña que les instruye para que todos digan lo mismo y con las mismas palabras ante las cámaras?)

Y a todo esto, los españoles que estamos deseando escuchar las respuestas recibimos una nueva decepción ya que nos quedamos sin saber que hay de cierto en las maniobras del Gobierno y del grupo socialista para ir acaparando cotas de poder.

Empezó el grupo socialista escalando poder con el ejecutivo que consiguió gracias al apoyo del grupo de partidos llamados "de la investidura" que prefirieron a un títere que les permitiría, como se vería más tarde, pedir y obtener réditos impensables.

Con dichos pactos, el Gobierno tiene atado el poder legislativo ya que esos mismos grupos políticos, partidarios de partir España, le mantiene en el poder a base de humillantes concesiones. Dichos partidos ven con buenos ojos su continuidad y se frotan las manos al ver que pueden pedir lo que quieran que se les concede como si de una lámpara maravillosa se tratara.

Siguió el sanchismo con la conquista del control del poder judicial para convertirlo en parcial a su favor de manera que perdiera su independencia. Para ello ha conseguido controlar el Tribunal Constitucional (que es donde acaban por decidirse todos los temas judiciales importantes) con una mayoría favorable a las tesis y los propósitos del Gobierno. Ha lanzado campañas de desprestigio de los jueces y tribunales que son obstinadamente escrupulosos con la ley. El mismo presidente habló de "lawfare y de jueces en línea con el PP". Permitió que otros grupos parlamentarios que le apoyan lanzaran acusaciones de prevaricación en el Parlamento a los jueces que los están investigando. Ocultan casos clarísimos ("presuntos") de tráfico de influencias como el del hermano del Presidente. Y protege y apoya a un Fiscal General del Estado que descaradamente filtró ("presuntamente") datos de un investigado para usarlos en la lucha política, saltándose la elemental norma de no desvelar secretos.

Tan solo faltaba el "cuarto" poder, el de la prensa. Pues bien. Según ha denunciado el mismo presidente del grupo Prisa (editor del diario El País) y muchos medios se han hecho eco, el ministro de Transformación Digital, Óscar López, se habría reunido en París el mes pasado con el presidente de Telefónica y con el presidente de Vivendi, Arnaud de Puyfontaine, que tiene participación en el Grupo Prisa para pedirles controlar ("presuntamente") este medio. Los pasos ya están dados.

Y para rematar el asalto al cuarto poder, el Gobierno de Sánchez prepara para este 2025 su asalto a la prensa con cinco nuevas leyes para controlar a los medios. Con ello quiere conseguir endurecer el derecho de rectificación y establecer un régimen sancionador contra los medios de comunicación (que no le sean favorables, claro está).

¿No huele esto a restricción de la libertad de expresión y a medidas represivas más propias de dictaduras que de democracias?

Hoy, ante la sorpresa de todos, Sánchez ha respondido de forma directa a una pregunta de una periodista en la consiguiente rueda de prensa. Lo ha hecho con el objetivo de normalizar la idea de que prorrogar los presupuestos es bueno para no paralizar el país, a la vista de que sus "socios de investidura" se lo están poniendo difícil. Como nuestra memoria puede ser corta echamos mano de las hemerotecas y oímos con claridad como en el año 2018 un Sánchez en la oposición exigía una y otra vez a un Mariano Rajoy presidente:  "o presupuestos o elecciones". Una clara maniobra para poder mantenerse en el poder.

Quizás otro PSOE sea posible o quizás cualquier otra fuerza política pueda enderezar el rumbo. Pero si seguimos con estos mimbres seguro que nos convertimos en una república bananera más pronto que tarde.