Opinión

ONE

Llego a casa tras terminar la jornada laboral, cansado me siento en el sofá, enciendo la televisión para hacer zapping, y en la segunda vuelta a la programación, por ser la única capacidad mental que a tales horas tengo disponible, se me activa la inteligencia disfuncional y sin percatarme bien del todo de la enjundia del asunto tras escuchar las noticias, espontáneamente en mi cabeza, para entretenerme y olvidarme de otras preocupaciones más mundanas, construyo este alambicado, artificial, disparatado e inverosímil relato:

En un país con un estado social y democrático de derecho, sin ganar con los votos de los ciudadanos las elecciones, por legales acuerdos parlamentarios es investido presidente de gobierno un don fulano que ocupa el palacio que corresponde a su cargo en compañía de su doña fulana; la primera decisión marital fue proceder al cambio de colchón, la cual posteriormente se pudo entender perfectamente dados los frecuentes cambios de opinión del autócrata, que a los hombres de bien les alterarían por completo el sueño.

Si doña fulana le dio algún quebradero de cabeza, no menos le dio uno de sus más leales ministros, el que, sin preocuparse en absoluto de su buen funcionamiento, si se ocupaba de los réditos que podía aportarle estar al frente de transportes, y por si esto fuera poco vino a sumarse a la pandilla del incordio su hermano de apellido modificado para dificultar el reconocimiento del parentesco.   

Del trio calavera, los infortunios provocados por la primera dada su bochornosa manufactura más bien resultaban patéticos por estar entre mezclado en ellos hasta una triste cátedra de dudosa utilidad que descubierto el pastel no osaron continuar; lo del segundo no aportaba a los desvelos del sátrapa ninguna originalidad, era lo de siempre, nada nuevo bajo el sol, injustificados sobreprecios pagados con dinero público por servicios o bienes fuera de todo control en su adquisición, con el único fin de aprovecharse de burdas mordidas y rapiñeras comisiones, lo que es conocido como el segundo oficio más viejo del mundo; en cambio los variopintos tejemanejes llenos de teclas desafinadas del tercero, eso era harina de otro costal.

En este último caso la corruptela hiló mucho más fino, se notaba que se lo habían trabajado mucho más, era el resultado de la colaboración consanguínea. Y así:

Para empezar, por decreto del jefazo del partido, le buscaron al hermano un trabajo pagado con dinero salido de las arcas públicas en un organismo oficial ubicado en una comunidad autónoma lejos de la capital y limítrofe con otro país, por aquello de la libertad de circulación, miembro de la Unión Europea. Por supuesto cuando el beneficiado nervioso preguntó ¿No tendré que trabajar? Al unísono le dijeron, no te preocupes por eso, tienes garantizado que no tendrás que dar ni un palo a la tecla. Ni mesa te hemos puesto.

Luego por indicación de su querido ser supremo, prescindiendo de dónde estaban ubicados sus reales intereses económicos, se dio de alta como residente fiscal en el país vecino con frontera a un tiro de piedra; para poder en su país, en virtud de la existencia de una obligación real y no personal, solo declarar por el impuesto de la renta de no residentes (IRNR) y poder, al no ser contribuyente del IRPF, librarse de la obligación de presentar el modelo 720 de declaración de bienes y derechos situados en el extranjero.

Entre tanto, durante un tiempo incierto, el benjamín acaparó un patrimonio en acciones e inmuebles muy superior a la suma de los sueldos declarados en España durante todos los años que llevaba contratado a tiempo completo, con jornada presencial, pero sin aparecer por el puesto de trabajo ni por equivocación.

Preguntado por ello, no se avino a dar explicación alguna al respecto. Podía haber dicho y acreditado que tal llamativo caudal procedía de una herencia, ciertamente muy manida respuesta pues otros antes ya han recurrido a esta declaración, o podía haber informado de su suerte en la lotería de su nuevo país de residencia; o bien dejar caer que es un as del póker online en plataformas virtuales situadas en cualquiera de los paraísos fiscales asiáticos, pero como digo prefirió el mutismo más absoluto.

Y claro dando vueltas al magín me pregunto ¿Por qué callará? ¿Qué gana con ello?, y mi imaginación me responde no será por casualidad que realmente tal fortuna no le pertenece y únicamente aparece en los registros como titular de la misma, pero sin ser el verdadero dueño; dicho de otra manera, no será que simplemente actúa como testaferro y de ahí su sepulcral silencio.

Claro que, en tal caso, a quien facilita escondite debe ser alguien muy allegado, pero muy allegado y querido; pues entre uno y otro, depositante y depositario, para que el negocio funcione la confianza debe ser máxima. Y obviamente en tal caso todas las papeletas para participar en este juego las tiene el primogénito de la familia, la sangre tira mucho.

Y si eso es así, dado el interés en mantener los bienes ocultos bajo el aparente pleno dominio del pequeño ¿Cuál podría ser el origen de tales fondos en sede del mayor que no quiere que sepamos? Y la plausible imaginada respuesta [poniéndole obviamente mucha imaginación] lleva, dando un tiro al aire para terminar el relato, a conjeturar que igual su procedencia no es otra que la parte que le correspondía de las comisiones generadas en los turbios negocios del ministro al “Number One”.    

Desde luego, que cosas tiene la inteligencia disfuncional, sin duda es la ganadora en la competición del dislate; es obvio que, si fuera menos tradicional y más moderno y progresista, para realmente ahorrar energías y descansar al final de la jornada laboral, a la par que manufacturo un cuento, hubiera recurrido a la inteligencia artificial que con los datos de las noticias hubiera construido un relato mucho más lógico, natural, razonable y verosímil.