Opinión

TRES HERIDAS

Recuerdan el poema escrito en la cárcel entre 1938 y 1941 por Miguel Hernández y publicado póstumamente en 1956 que dice “Llegó con tres heridas” con el que luego Joan Manuel Serrat compuso una canción y que dice “Llegó con tres heridas: la de la vida, la del amor, la de la muerte.” Algo parecido ocurre con nuestro presidente, que también llego con tres heridas: la de conseguir el cargo, la de patrimonializarlo, y la de su muerte política.

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La primera de ellas la hizo cierta cuando ya va por su segunda legislatura como presidentesin haber sido su partido el más votado en las últimas elecciones donde era cabeza de lista.Para materializar la segunda por la vía de tener en todas metida su mano, no ha tenidoningún escrúpulo en conquistar el control directo o indirecto de prácticamente todas lasinstituciones: Centro de Investigaciones Sociológicas, fiscalía general del Estado, Bancode España, RTVE, Consejo de Estado, Tribunal Constitucional, Tribunal de Cuentas, y asíhasta veinticinco de ellas, donde hay empresas participadas por el Estado, organismos que dependen de la administración y órganos en clave jurídica. 

Su tendencia parece ser la de que cada vez nos vayamos acercando y pareciendo más a un “régimen híbrido”, es decir a un régimen civil con instituciones formalmente democráticas pero que no es una auténtica democracia. Un régimen donde el juego político no es totalmente limpio entre el gobierno y la oposición al utilizar el primero los recursos del Estado en beneficio propio, por ejemplo, con el abuso en el control de los medios de comunicación estatales, o aprobando o pretendiendo aprobar leyes antidifamación para presionar a los grupos independientes de la sociedad civil que no le son leales. Donde se apuesta por políticas de intervencionismo económico estatal, con generosos y selectivos programas sociales, para convertir a su rival político en enemigo del pueblo.

Ha utilizado bienes e instituciones estatales, materiales e intangibles, para su interés particular, ha atacado a jueces no respetando la separación de poderes, y también ha arremetido contra empresarios y periodistas. Sencillamente porque su objetivo no ha sido otro que tener siempre el monopolio del poder y no soporta encontrar resistencia a su forma de gobierno; y en definitiva porque a mayores solo quiere que existan dos clases de ciudadanos: los palmeros obedientes y los apáticos. 

Para que no quede lo anterior en una mera apreciación personal y poder corroborar mi parecer particular, acudo y recurro a Freedom House, institución de prestigio mundial creada en EEUU en 1941 para promover la libertad en el mundo, quien publica todos los años su informe de tremenda influencia internacional sobre el desarrollo de la democracia en los distintos países, denominado “Freedom in the World”.

Y tomando como fuente (https://freedomhouse.org/country/spain/freedom-world/2018-2023) que es la dirección de la página Web donde se hace público lo determinado por dicho informe, España en el año 2018 tenía una puntuación de 38 puntos sobre 40 en derechos políticos y de 56 puntos sobre 60 en derechos civiles, y una puntuación global en calidad democrática de 94 puntos sobre 100; en 2023 España tenía una puntuación de 37 puntos sobre 40 en derechos políticos y de 53 puntos sobre 60 en derechos civiles, y una puntuación global en calidad democrática de 90 puntos sobre 100. Lo que representa un retroceso en calidad democrática de un 4,3% en los últimos seis años, lo que ratifica que no nos alejamos precisamente de lo que se considera un régimen híbrido. 

Por tanto, me temo que de seguir la misma senda que consiste básicamente en no enmendarla y mantenerla, para el presidente se hará presente la tercera y última de las heridas en su versión más severa, la de su muerte política. Y al respecto no cabe debate, pues para quien todavía se la siga haciendo creo que queda sobradamente respondida la pregunta de por qué; y ya solo, según interés y deseo de cada cual, para todos queda por despejar la cuestión de cuándo.