La Calidad de la Representación Democrática en Europa y España: Un análisis Numérico

La representación democrática es un concepto que se mide tanto en la calidad de la actuación de los representantes como en la proporción de votantes a los que representan. En este análisis, exploraremos la relación entre el número de diputados y la población en varios países de Europa, y haremos una comparación con las comunidades autónomas en España, poniendo especial atención en los votos que cada diputado representa en promedio. La diferencia en esta ratio no solo revela la proximidad de la política a los ciudadanos, sino que también impacta en la capacidad de cada votante para influir en el parlamento.

La Representación en Europa: Contrastes y Proporciones

La media de población por diputado varía considerablemente en Europa, destacándose tanto democracias más directas como aquellas en las que cada parlamentario representa un mayor número de votantes.

  • Alemania, siendo el país más grande de Europa con 83,2 millones de habitantes, cuenta con 736 diputados y ofrece una representación de 113.043 votos por diputado. Suecia, Grecia y Bulgaria son los países donde mayor representatividad tienen los ciudadanos en sus parlamentos. También son países muy centralizados.
  • Italia y España presentan las ratios más altas, con 147.750 y 135.714 votos por diputado, respectivamente, en poblaciones de 59,1 millones y 47,5 millones. Esto significa una subrepresentación. Esto también más fácil de gestionar los parlamentos y evita un crecimiento excesivo en el número de diputados, aunque a costa de una relación menos directa con los ciudadanos. Holanda y Bélgica son los casos extremos de infrarrepresentación. Estas 4 naciones son también las que mayor importancia otorgan a sus representaciones subnacionales (Comunidades Autónomas y Regiones)

Comparación con Comunidades Autónomas en España

El caso de España resulta particularmente interesante, ya que, aunque el país en su conjunto tiene una ratio de 135.714 votos por diputado, sus comunidades autónomas ofrecen ratios de representación significativamente menores.

 

El caso más extremo lo encontramos en Castilla- La Mancha, donde la representatividad que les correspondería está minusvalorada a menos de la mitad.

Las autonomías más grandes, como Andalucía (79.240 votos por diputado) y Cataluña (59.764), mantienen cifras relativamente altas, mientras que en regiones con menor población como Cantabria (16.901), los ciudadanos disfrutan de una representación mucho más cercana.

Interpretación de la Calidad Democrática

En términos generales, una menor cantidad de votos por diputado puede interpretarse como un signo de mayor proximidad democrática, permitiendo a los ciudadanos un acceso más directo a sus representantes. Sin embargo, mantener ratios bajas de representación conlleva costes y desafíos logísticos. Por ejemplo:

  • Francia (117.851 votos por diputado) y Reino Unido (103.538) mantienen parlamentos numerosos, lo cual les permite equilibrar eficiencia con un nivel aceptable de representación.
  • Países como Portugal y Finlandia mantienen una ratio de representación relativamente baja para su tamaño poblacional, con 43.913 y 28.000 votos por diputado, respectivamente, lo que permite una política más receptiva a las demandas ciudadanas.

Por otro lado, España y Italia, con ratios altas a nivel nacional, dependen en gran medida de las autonomías y de sus subdivisiones administrativas para una representación local más próxima.

También es cierto que a mayor renta per cápita, mayor percepción de la sociedad sobre la calidad democrática del país.

Conclusión

La relación entre la cantidad de población y el número de diputados es una variable más que tiene que ver con la calidad de la democracia representativa. En Europa, los sistemas que promueven una ratio de representación menor permiten a los ciudadanos estar más cercanos al poder legislativo, algo que queda reflejado en países más pequeños o en comunidades autónomas con una estructura más descentralizada.

No obstante, una representación más directa no siempre significa una democracia más efectiva. La gestión de parlamentos numerosos puede volverse compleja y costosa, y para los países más grandes o con sistemas bicamerales, una mayor distancia entre el ciudadano y el legislador puede contribuir a una gobernanza más estable y menos sujeta a demandas locales. En el caso de España, el sistema autonómico permite paliar las ratios altas a nivel estatal, proporcionando a los ciudadanos una representación más directa a través de las comunidades autónomas.

En última instancia, el equilibrio entre eficiencia y representación directa sigue siendo uno de los retos más destacados para la democracia en Europa. La comparación entre estos países y las comunidades autónomas de España subraya la diversidad de enfoques y nos invita a reflexionar sobre cuál es el camino óptimo para construir sistemas democráticos que respondan efectivamente a las necesidades de la sociedad.