Hoy hace un año…

Hoy hace un año que a unos terroristas de Hamás se les ocurrió la nefasta idea de invadir Israel, desde Palestina, y pasar a cuchillo a todo aquél, judío o no, que se encontraron por el camino: mujeres, hombres, niños o ancianos, en su “gloriosa” forma de extender la cerrazón yihadista y la incultura de lo absurdo.

Hoy hace un año que las mentes de los occidentales y de todos aquellos que no creemos en intifadas ni en barbaridades de origen “bíblico” que justifiquen matanza alguna seguimos conmocionados. Por lo que entonces pasó y por la reacción justificada (como siempre criticada por su exceso ocasional) del estado de Israel que, a su vez, provoca la nueva intervención de las fuerzas externas que maneja Hezbolá en el Líbano.

Hoy hace un año que las potencias mundiales tuvieron que definirse y ponerse al lado de los terroristas o frente al terrorismo. Y digo terrorismo, no religión. Porque esto no es una guerra de religiones sino una guerra de odios basada en la acción terrorista de unos pocos hacia los demás. Una guerra donde hay estados musulmanes del Próximo y Medio Oriente que entienden perfectamente a Israel y las medidas que están adoptando. Igual que hay otros estados que piensan lo contrario y siguen alimentando el odio y la muerte, con una excusa religiosa como arma de manipulación masiva.

Hoy hace un año que el gobierno español está haciendo malabarismos para no posicionarse ni a favor ni en contra, dependiendo del día y el interlocutor. Un gobierno que está apoyado por partidos pro-palestina que confunden el bienestar de los palestinos con la maldad de los terroristas palestinos y finaliza defendiendoles por igual. Obviamente un gobierno tan “mingafria” acaba quedando fatal y siendo “retratado” ante la opinión pública mundial y los mandatarios de todo el planeta. 

Y en esas estamos hoy, un año después. Siendo España señalada incluso por el gobierno israelí y ofreciendo un discurso “woke” y tan distante de la CEE o del mundo occidental que sólo igualamos al de los franceses. Macron y Sanchez, Sánchez y Macrón. Vaya pareja hacen. Dos hombres que pierden elección tras elección pero consiguen mantener la silla, que no el poder. Y que son capaces de vender a Dios y al Diablo a la vez si eso significa un apoyo parlamentario más cara a la siguiente votación. ¿Y qué pasará al día siguiente? Pues lo que Dios, el soviet, Alá, Confucio o Buda quieran, dependiendo del día y del aliado al que deban contentar, que para eso se inventaron las caretas: para ponerse una distinta cada vez que haga falta.

Para cerrar, tampoco debemos olvidarnos de los 32 meses de la invasión rusa en Ucrania. 32 meses que no tienen nada que ver con la religión si no con la geopolítica de recuperar accesos (Rusia) al Mar Negro y restar poder a una Ucrania que antes fué soviética. El valor de los ucranianos, que tienen el apoyo de toda Europa y de EEUU, sólo se ve alterado cuando a Sanchez sus socios de gobierno le recuerdan que son prosoviéticos y nada europeístas cuando no les interesa. 

En verdad, España se está convirtiendo en el “cuñado” insoportable al que le aguantas una comida familiar a duras penas, pero no dos. Así nos va.