El argumento principal de “1984″ se desarrolla en un mundo totalitario ficticio donde el Estado, liderado por el Partido y su líder omnipresente conocido como el Gran Hermano, controla todos los aspectos de la vida de las personas. La historia sigue a un empleado del Ministerio de la Verdad cuya tarea es alterar registros históricos para que coincidan con la versión actual del Partido. El empleado comienza a cuestionar la verdad oficial y se rebela contra el control opresivo del Estado. La novela aborda temas como la manipulación del lenguaje (a través del «neolenguaje»), la vigilancia masiva, el revisionismo histórico y el control del pensamiento. “1984” es interpretada como una advertencia sobre los peligros del totalitarismo y la pérdida de libertad individual.
Año 2.024. España gobernada por una coalición de partidos de izquierdas y “neocomunistas” de tinte totalitarista. Soportada en votos por la derecha nacionalista de vascos y catalanes a cambio de nuevas prerrogativas de amnistías y regalos inconfesos. Que profesan una reverencial admiración y seguimiento de “el relato” y que disponen de la mayoría de televisiones públicas y prensa “del movimiento” que generan un rodillo difícil de desviar. Que son capaces de darle la vuelta a una realidad histórica y convertirla en mentira para dar cabida a su “nueva realidad”.
No me digan que no se parece esto a un intento de adormilar y entontecer el pensamiento del pueblo soberano. Sólo nos faltan los trajes y vestimentas grises para ser como los protagonistas del libro de Orwell, aunque verán como poco falta para ello….
Uno de los últimos “regalos” que ha logrado la Presidencia española del Consejo de la Unión Europea ha sido alcanzar un acuerdo provisional sobre el Reglamento Europeo de Libertad de Medios de Comunicación (European Media Freedom Act, EMFA) con el supuesto fin de «contrarrestar la desinformación, en el marco del Plan de Acción para la Democracia Europea, destinado a empoderar a los ciudadanos y a construir democracias más resilientes en toda la Unión Europea».
Claro, uno lee esto tal cual y le parece bonito hasta que percibe un redactado en el que se leen palabras como “desinformación”, “empoderar” o “resiliente” y se hace dos preguntas: ¿quién lo presenta? y ¿quién va a tener el poder de ser el juez? Entonces es cuando empiezo a temblar… Cualquier cosa que presente un comunista auténtico, que no se esconde jamás, como el catalán Ernest Urtasun, actual inquilino de la cartera de Cultura, me da que pensar.
Porque entre la tirria que tiene esa gente a los medios de comunicación o la prensa que “no es suya” y a que cualquiera pueda escribir y opinar libremente saliéndose de “el relato” oficial y las ganas que demuestran a diario queriendo dirigir todo lo dirigible (jueces y fiscales, por ejemplo) para poder manipular a su antojo, paso del tembleque al miedo absoluto.
Vestirán el reglamento europeo como un portal de transparencia y bondad absoluta. Y Europa, que en general es indolente y sólo se preocupa por la pasta, tragará. O igual es que también están interesados en manipularnos hasta dejarnos sin ideas propias. No sé. Con esa Europa cándida que cada vez es más absurda me puedo imaginar todo… y más.
Por si acaso, voy a enviar a la tintorería el “traje gris” para estar preparado el día que los sesudos “policías del pensamiento” de la novela de George Orwell resuciten y nos hagan borrar la historia, reescribir una nueva y estructurar un pensamiento único en el que el “Gran hermano”, de izquierdas por supuesto, nos vigile.
Este artículo se publicó en www.elcatalan.es el pasado 23 de diciembre del 2023. con mi firma. Desgraciadamente, hoy encaja perfectamente el argumento y no deja de demostrar más que Pedro Sánchez es previsible y que el comunismo de Sumar y Podemos, que representa Urtasun, también.
Hoy es un día muy triste para la prensa libre, para la libertad de expresión. Para que los periódicos, radios, televisiones, bloggers, o cualquiera que quiera decir algo (dentro de la Ley y con la ética profesional debida, por supuesto) pueda hacerlo con absoluta libertad sin temer por su quehacer profesional, su negocio o su modus vivendi. Hoy el periodismo ha muerto, al menos tal como lo entendíamos. Hoy somos mucho más pobres de espíritu. Hoy somos menos libres. Hoy estamos en la diana. Mañana igual nos ponen un pijama a rayas.