¿Por qué el Espanyol está cerca de batir récord de socios en el peor momento de su historia?
Por mucho que algunos en Cataluña se empeñen en borrar la historia y ningunear las hazañas del Real Club Deportivo Espanyol, quienes no ignoran o hace años que formamos parte de este club -del modo que sea-, conocemos la realidad. El Espanyol es uno de los siete equipos más importantes del fútbol español. 88 temporadas en Primera y 3.002 puntos en liga justifican esta afirmación. También haber marcado el primer gol de la historia del campeonato, contar con cuatro Copas del Rey o haberse quedado en dos ocasiones a las puertas de conquistar la Europa League.
Pero el hecho que más demuestra la grandeza del Espanyol y su gente pasa por el comunicado que el club catalán emitió el pasado lunes: se han superado los 30.000 socios, es decir, esta campaña de abonos se certifica como una de las tres más exitosas de la era Cornellà. Tal número puede no sorprender si se compara con los 60.000 del Madrid, los 51.000 del Betis o los 44.000 del Athletic Club. Sin embargo, toda cifra hay que enmarcarla en su debido contexto. El Espanyol, hasta 2020 (año del 120 aniversario), había bajado tan solo cuatro veces a Segunda. De los clubes de España que han perdido la categoría alguna vez (Barça, Madrid y Athletic jamás lo han hecho), era junto al Valencia el que menos veces lo había hecho. Pero la gestión desde China del empresario Chen Yansheng ha hecho muchísimo daño al club, que desde el año de la pandemia ha perdido la categoría dos veces, es decir, sus descensos incrementaron un 50% en menos de un lustro. Se puede afirmar sin miedo a equivocarse que el Espanyol está en el peor momento de su historia. No obstante, el club socialmente está más vivo que nunca y va camino de las cifras de los primeros años del estadio de Cornellà. Pero, ¿por qué no debe sorprendernos este hecho?
Hay muchos clubes humildes en el fútbol profesional de nuestro país, pero el Espanyol cuenta con una anomalía que responde a la pregunta que encabeza esta pieza. Mientras que, por ejemplo, en Eibar una aplastante mayoría de la población respalda al equipo armero, en Pamplona es muy extraño no ser rojillo y, a pesar de que en Girona hay mucho culer, la mayoría de la ciudad apoya al recién clasificado a Champions; según el Centre d’Estudis d’Opinió tan solo el 3% de los catalanes son pericos. El Espanyol lleva más de 120 años sobreviviendo en un clima de constante resiliencia y menosprecio. Por eso, cuando el equipo experiencia el 33% de sus descensos en cuatro años y la cantidad de gente que decide pagar un abono anual crece hasta llegar a cifras cercanas a las de la ilusionante época de la inauguración de Cornellà (con Jarque, Luis García y Tamudo aún presentes), no debemos sorprendernos.
Cuando el Espanyol dejó Montjuic, su frío y su aislación, y abrió las puertas del innovador estadio de Cornellà-El Prat, elegido mejor estadio del mundo en 2010, el club registró 36.500 socios. Ahora, tras fichar seis cedidos este verano y toda la rumorología que gira en torno a la venta del club, se han registrado 30.257 socios, de los cuales tan solo 4.225 no tienen derecho a asiento en el RCDE Stadium.
Mientras tanto, el Fútbol Club Barcelona, que vive también una situación deportiva y económica complicada, en su era Montjuic no ha podido superar los 18.000 socios. Acostumbrada a que todo le vaya de cara, incluso en los medios de comunicación e instituciones públicas, la afición blaugrana sin duda piensa en el éxito futbolístico y no una llamada interna al rescate de su club a la hora de tomar la decisión de renovar o no su abono.
Por otra parte, al Girona, que está en su mejor momento tras clasificarse para la liga de campeones, le pasa factura su inexperiencia en Primera. Es decir, nadie esperaba que tras tan solo cuatro años en la máxima categoría el club entrara en la UCL, por lo que aún no han ampliado su estadio de apenas 15.000 localidades. Así, no han podido aprovechar la oportunidad para traducir semejante éxito en los terrenos de juego en una ampliación de la cifra de abonados.
Cuando expliquen esto y afirmen que el Espanyol -cabe reiterar- en el peor momento de su historia es el club catalán con más abonados, se les tachará de locos o demagogos. En la mente de muchos no cabe que el equipo del que apenas se habla en los medios públicos y que está instalado en la mediocridad deportiva le esté pasando socialmente la mano por la cara al Barça y al europeo Girona. Pero es que en realidad no hay que sorprenderse porque esto sea así. La naturaleza de los tres clubes es muy distinta, y en pertenencia, herencia, arraigo y pasión; el Espanyol gana de goleada.