A priori Porriño y Bera-Bera están empatados a todo en la competición liguera. Ambas llevan 26 puntos en la Liga Guerreras tras 19 partidos disputados con 12 victorias, 2 empates y 5 derrotas. Pero ese empate a puntos que denota igualdad máxima se evapora cuando hablamos de los enfrentamientos directos entre ellas: aquí gana el Porriño y por paliza. Las gallegas vencieron en su casa en octubre pasado por 28-24, a la vez que dieron la campanada en el Pabellón guipuzcoano ganando por la mínima: 21-22.

Entonces, ante todos estos datos, nos planteamos quién es el equipo favorito y sólo extraemos una conclusión: los dos. Uno por saber jugar contra su rival y vencerle dos veces en la misma temporada y por aquello de “no hay 2 sin 3” y, el otro, porque es el gran favorito y el gran campeón de Copas en activo y, también, por aquello de “a la tercera va la vencida” …
Para empezar, la primera parte no aclaró nada, al contrario. Identificó la igualdad de ambos conjuntos, a pesar de que el mando de los primeros 30 minutos siempre fue del Porriño que, incluso, se aventuró a irse con un 3-0 de entrada y a no permitir que el Bera-Bera marcara hasta el minuto 6 con 37 segundos su primer gol (3-1).

Las chicas del impetuoso entrenador gallego, José Carlos Friera, no dejaron de apretar a sus rivales en defensa y a ponerles las cosas difíciles, sobre todo concediéndoles pocas oportunidades de lanzamientos claros a portería y, cuando las donostiarras lo lograron, se encontraron con las magníficas intervenciones de la portera gallega Ana Belén Palomino. Por eso se fueron de hasta 4 goles (8-4) en el minuto 16. Sin embargo, el Bera-Bera sacó su genio y su gen copero y consiguió acercarse a su rival para llegar al descanso perdiendo de un solo gol: 13-12 y aventurarse a una segunda parte de infarto.
Y como en esto del balonmano cada parte es un mundo, hoy tocó darle la vuelta a la historia reciente y que el Bera-Bera respondiera a la presión gallega con más defensa, más dureza, más presión y más efectividad. De tal modo que ya empezaron esos treinta segundos minutos empatando a 13 y, a partir de allí, cambió completamente el partido. De hecho, empezó uno nuevo con sabor a Guipúzcoa, con sabor a Bera-Bera.

Imanol Álvarez Urruti, el entrenador de las actuales campeonas de Copa, había escondido cartas para la segunda parte. Metió la primera línea defensiva “de peso”, a la que había dado demasiado descanso en los minutos iniciales del encuentro. Y eso fue desequilibrante. Una vez cansadas las primeras líneas gallegas, su efectividad en el lanzamiento o en las penetraciones en seis metros bajó tanto que la defensa donostiarra se impuso y estuvo mandando toda la segunda parte que, aunque justa y casi agónica pues no se fue de tanto, acabó dándoles la victoria y el pase a la tercera final de Copa de la Reina seguida.
¿Contra quién? Eso no importa a las chicas de San Sebastián pues ellas son el rival a batir, las actuales campeonas, y Granollers o Beti-Onak, las aspirantes.