Un día, en octubre de 1959, Jean Cocteau recibió un telegrama de Londres que decía: “Os anuncio mi boda, será muy honrosa vuestra presencia. Venid. Love. Margaret”.
Inmediatamente Cocteau avisó a todo París de esa invitación. Él creía que la Princesa Margarita de Inglaterra lo había invitado, personalmente, a su boda con el fotógrafo Anthony Armstrong Jones. La realeza británica se había acordado de él y no podía desaprovechar la oportunidad para vanagloriarse delante de sus amigos y conocidos. Pidió a l’Académie Française si él podía, como inmortal, presentarse vestido con el traje verde. La propuesta fue rechazada, porque ese traje estaba reservado únicamente a las ceremonias nacionales. Cocteau se hizo confeccionar una chaqueta y un sombrero de circunstancias, a la imagen de los que llevan para las grandes ocasiones los snobs y la aristocracia inglesa.
Al llegar a Londres se encontró con la desagradable sorpresa de no encontrar a nadie que lo fuera a recibir. Telefoneó a la embajada de Francia. Se puso al teléfono el embajador en persona. Furioso le recriminó que no hubiera preparado su recibimiento, su traslado a la embajada y a la abadía de Westminster. El embajador le comentó que no aparecía en la lista de invitados. A pesar de ello, un secretario de la embajada lo trasladó a la ceremonia real en Westminster. Al llegar dos policías le impidieron la entrada. Al día siguiente todo París comentaba el ridículo de Cocteau en Londres.
Realmente Cocteau si había sido invitado a una boda en Londres, pero no a la de la Princesa Margarita, sino a la de Margaret, la ex mujer del maestro de ballet de Munich, Heinz Rosen, que había colaborado con Cocteau en la dirección escénica de La Dame à la licorne. Margaret se casaba el mismo día que la Princesa, de ahí su error. Hasta los inmortales se equivocan.
Esta anécdota explica muy bien quién fue Jean Cocteau. Él se consideraba inmortal y que el mundo giraba a su alrededor. Quizás sea inmortal. Ahora bien, el devenir de los años ha hecho mella en él. Su vida, llena de excentricidades, ha dado paso a un cierto olvido. Su homosexualidad declarada se vio mezclada con apasionados romances. El más profundo y quizás el único verdadero fue con Nathalie Paley.
Jean Maurice Eugène Clément Cocteau nació el 5 de julio de 1889 en Maisons-Laffitte, una pequeña ciudad cerca de París. Hijo de Georges Cocteau y de Eugénie Lecomte, fue el menor de tres hermanos: Marthe, Paul y Jean.
En 1898 Georges Cocteau, rentista e hijo de abogados, se suicidó propinándose un balazo en la cabeza. Esto, junto con el posterior traslado de Marthe y Paul a la casa de sus abuelos, hizo que Eugénie Lecomte fuera una madre sobre protectora con el pequeño Jean.
En 1900 ingresó en el Lycée Condorcet, del que fue expulsado por indisciplina cuatro años despues. En 1906 ingresó en el Lycée Fénelon, donde nunca logró un rendimiento regular, por culpa de su poco interés por los estudios.
En 1908, Édouard de Max, fanático de la poesía del joven Cocteau, lo presentó en una Matinée Poética en el Théâtre Fémina, donde no dudó en declararlo un joven prodigio de la poesía. Así, un año más tarde, publicó su primera compilación poética La lampe d'Aladin. En 1909 se trasladó a su nueva residencia, en la rue d'Anjou de París, junto con su madre. Este mismo año tuvo una fugaz relación con la famosa actriz Madeleine Carlier. En 1909, gracias a su amistad con Serge Diaghilev y a los Ballets Rusos, Jean Cocteau ingresó en este círculo cerrado y desconocido para él. Ese año conoce a Marie-Laure de Noailles.
La muerte súbita de Raymond Radiguet, a los veinte años, conocido como el Rimbaud del siglo XX, el 12 de diciembre de 1923, afectó terriblemente a Cocteau. Fue su gran compañero desde 1920. Los hoteles y cafés de la Madeleine fueron testigos de las extravagancias y disipaciones de ambos escritores. Puede decirse que ellos repitieron las pasiones que Rimbaud inspirara a Verlaine. Por eso Cocteau llegó a declarar que “ya no escribiré”. Desesperado comenzó a consumir opio. A pesar de numerosas curas de desintoxicación, consumirá droga hasta el final de su vida.
En 1930 realizó su primera película titulada La sangre de un poeta. Ese mismo año fue hospitalizado durante 40 días debido a un ataque de fiebre tifoidea. Durante el transcurso del año 1933, mantuvo una relación con Marcel Khill. Éste se convirtió en su secretario. Gracias al apoyo del director del periódico Paris Soir, Cocteau y Khill rememoraron la obra de Jules Verne La vuelta al mundo en 80 días. Cocteau deseaba ser Phileas Fogg y convirtió a Khill en Passepartout.
De talante inconformista y poco convencional, Cocteau y Khill eludieron los compromisos oficiales y prefirieron el compadreo con modestos indígenas locales a fin de compartir experiencias por las zonas canallas: desde un fumadero de opio en Penang o Hong Kong, los barrios de prostitutas de El Cairo, la zona de geishas de las ciudades japonesas, los efebos de Adén o la vida de Roma durante la noche.
“Nuestro éxito residió en que conseguimos meternos en pocas horas en el alma de las ciudades, entre el pueblo, e hicimos que estos nos apreciaran”.
Todo ello sin renunciar a departir con algunos famosos encontrados en su camino, como Charlie Chaplin y Paulette Godard. La suerte sentimental no acompañó a Cocteau y Marcel Khill falleció en 1940.
En 1943 falleció su madre, Eugénie Lecomte. En 1945 dirigió la película La Belle et la Bête, donde conoció a quién fue su pareja más duradera, el actor Jean Marais, cuya relación levantó fuertes críticas que Cocteau contrarrestó en sus ensayos contra la homofobia. En 1947 se reencontró con el actor Édouard Dermit, quién se convertirá a partir de entonces en su hijo adoptivo y heredero universal.
El 10 de junio de 1954 Cocteau fue víctima de un infarto de miocardio. El 3 de marzo de 1955, Jean Cocteau fue nombrado miembro de l’Académie Française. En 1958 falleció su hermana, Marthe Cocteau. En 1957 fue nombrado Miembro Honorario del Instituto Nacional de Artes y de Letras de New York. En 1961 falleció su hermano Paul. Jean Cocteau murió en Milly-la-Forêt, cerca de Fontainebleau, el día 11 de octubre de 1963.
Se puede considerar a Cocteau un hombre del renacimiento. Escribió novela, poesía y dramaturgia. Además, fue pintor y director de cine. Tocó todos los campos del arte y en todos ellos sobresalió. Por eso era inmortal.