El testamento de su padre establecía que Ramón Berenguer y su hermano, Berenguer Ramón II, debían gobernar en igualdad de condiciones, aunque, en realidad, existían ciertos privilegios a favor de Cap d’Estopes. En un momento determinado, Ramón Berenguer se vio obligado a repartir sus territorios con su hermano, un reparto que prometió ante los obispos de Barcelona y Girona, nobles de estos condados y el vizconde de Cardona.
En el 1078 Ramón Berenguer entregó a su hermano, como garantía del reparto, las paerías de Lérida y al rey musulmán de esta ciudad. Barcelona, Urgell y Lérida luchaban contra Zaragoza, con lo que el peligro musulmán retrocedió, tanto por la zona leridana como por la colonización cristiana que llegaba hasta Torregrosa.
Rivalidad entre hermanos
En el 1079 la Conca de Barberà estaba ya repoblada por cristianos. A finales del 1077 el Papa Gregorio VII envió a Gerona un delegado, Amat de Olorón, para dar impulso a sus ideas de reforma de la iglesia. Es posible que éste aprovechara la estancia en la ciudad para intentar que Ramón Berenguer y su hermano se reconciliaran. Ramón Berenguer I había dejado bajo tutela papal a sus hijos en su testamento.3
En el 1079 el Pontífice escribió al obispo de Girona solicitando que interviniera entre los dos hermanos para poner fin a las disputas condales. Ese mismo año, Ramón Berenguer y Berenguer Ramón se repartieron la ciudad de Barcelona, Castellvell y su marca, Olérdola, Vilafranca del Penedès, Vallmoll, Benviure, Gavà, Pallejá y otros dominios.
Ambos hermanos convinieron residir de forma alternativa durante seis meses en el Palacio Condal. Las funciones soberanas quedaron indivisas, así como las rentas por juicios, mercados, moneda y unos patios en Barcelona. Sin embargo, Berenguer Ramón continuó reclamando y en el 1080 obtuvo de su hermano la mitad del castillo de Barberá, del de la Bleda y de los condados de Carcasona y Rasés, actualmente en territorio francés.
La división supuso que el Condado de Barcelona tuviera dos condes: Ramón Berenguer II, Cap d’Estopes, y Berenguer Ramón II, el Fratricida. El gobierno correspondía a los dos y se alternaban medio año cada uno: quien gobernaba lo hacía desde el Palacio Condal de Barcelona, y el otro esperaba medio año en el Castillo de Montjuïc.
Una cacería trágica
En el 1082, cuando llegaba la fecha de hacer el cambio de mando, Berenguer Ramón le propuso a su hermano celebrarlo haciendo una cacería. La noche anterior, Cap d’Estopes tuvo unas trágicas pesadillas. En ellas su capa cambiaba el color blanco y oro por el rojo de su sangre, mientras que alguien le sacaba el cetro y la corona. A pesar de esta premonición Ramón Berenguer decidió partir de cacería con su hermano.
El encuentro tenía que producirse en los bosques que rodean la población de Hostalric. Antes de llegar Berenguer Ramón, el Fratricida, le dijo a su hermano que tenía que marcharse a Gerona, pues allí estaba su mujer, a la cual le quería dar una ofrenda. Cap d’Estopes se quedó solo. Descabalgó del caballo. Se adentraba entre la maleza, cuando una mano traicionera apareció entre los arbustos y le clavó un puñal mortal a la altura del corazón. El cuerpo fue lanzado al fondo del lago negro.
La noticia corrió como la pólvora. La Corte empezó a susurrar. Finalmente decidieron juzgar a Berenguer Ramón. Este dijo que había perdido el cuchillo durante la cacería. Mientras se estaba celebrando el juicio apareció volando el halcón del hermano fallecido.
Se abalanzó sobre el Fratricida a la vez que con el pico le cogía la corona y la tiraba al suelo. Dicen que reconoció el crimen cometido y en señal de arrepentimiento cedió el cetro y la corona a un hijo de su hermano. Acto seguido, se marchó a combatir a los moros en una cruzada.
Lo cierto es que el cuerpo de Ramón Berenguer II se recuperó, o bien nunca fue lanzado al lago. Sus restos recibieron sepultura en la Catedral de Gerona. Por lo que se refiere a Berenguer Ramón, en el 1096 o 1097 se celebró una justa en la corte de Alfonso VI de León. Al perderla fue considerado culpable de la muerte de su hermano.
Tomó parte en la primera cruzada. Se cree que murió en el sitio de Jerusalén en el 1099. Heredó los condados de Barcelona, Gerona, Osona, Provenza y Cerdaña su sobrino, hijo de Cap d’Estopes, Ramón Berenguer III.