Pero ni estamos contentos ni estamos satisfechos ni nada que se le parezca. El/La español/a medio está hasta las mismísimas narices del sistema político español actual. Y, claro, a los políticos que tienen algo que esconder les gusta decir en estos días que la Constitución debe modificarse. Debe “modernizarse”. Si me permiten dar mi opinión, eso es una auténtica idiotez. Mera cortina de humo.
Lo que pretenden los políticos de la España de siempre, sean de los españolistas, los independentistas, los de izquierda, los de derecha, o los de más allá, es que “el sistema” se mantenga para modificarlo a su antojo sin mover absolutamente ninguno de sus privilegios y los defectos que les hace ser “seres distintos” y auténticos enchufados de su mundo.
Si el sistema cambia ellos se quedan sin privilegios y, claro, nunca van a dejar que eso ocurra. Sobre todo PP y PSOE que son los muñidores de la España política actual y la causa permanente del hastío de la gran mayoría de ciudadanos de este país. Tal es el cansancio y la separación de la ciudadanía respecto a este “imperio político” que celebramos y aplaudimos con las orejas cuando los españoles van a votar en una suma mayor del 60%. Y no se les cae a todos ellos la cara de vergüenza: “ande yo caliente….” es su lema.
Me hace mucha gracia que los ciudadanos españoles se quejen (nos quejemos) amargamente de la cantidad de chorizos por m2 que tienen los dos partidos “grandes”. Ayer tocó PSOE, hoy toca PP, mañana toca PSOE y pasado ambos y vuelta a empezar. Es una rueda sin fin ni frenada. Es su sistema: de los impuestos de los españoles salen millones de euros que se reparten entre ellos, sus allegados, sus “conseguidores”, algunos de sus fieles y todos sus enchufados. Y perder las elecciones no significa renovar y buscar soluciones para el país. No, para nada. Perder elecciones significa la crisis, suicidios, lloros y ansiedades de los miles de chupópteros y enchufados que se alimentan de la “sopa boba” del presupuesto. Al margen de perder la oportunidad de seguir con sus corruptelas.
Desde hace un tiempo nos preguntamos porqué en España no existe el Centro. Un partido político de centro auténtico que pueda aglutinar a todas las “doctrinas” que abarca ese centro: desde los socialdemócratas, a los liberales o a los democristianos, por ejemplo. Un centro transversal donde quepan todas esas sensibilidades y sea capaz de mirar a su izquierda y a su derecha sin miedo a decidir qué es lo mejor para el país, para la región, para la ciudad o pueblo en cada momento.
Recordemos que el primer partido que ganó tras la dictadura (1979) fue un partido de Centro denominado UCD (Unión de Centro Democrático) que presidió Adolfo Suarez, el gran presidente de la transición española. Luego convertido en CDS e implosionado por “fuego amigo” desde dentro con los continuos “fichajes de extracción” que le hizo AP/PP y el PSOE por el otro lado. La estrategia de esos dos partidos fue la misma: comerse todos los partidos y corrientes cercanas, integrándolos a esas formaciones a cambio de un carguito o una paguita. Los dos actúan, desde sus orígenes, de la misma forma.
Más tarde, hace muy pocos años, un partido de un chaval -vecino mío, por cierto- de Granollers (Barcelona) llamado Albert Rivera, tuvo la osadía de lanzarse a por el “mercado” del centro político español y consiguió números de “grande” en poco tiempo. Pero les perdió la bisoñez, la indefinición y las luchas intestinas. Tuvieron miedo de pactar con unos o con otros y se creyeron con la fuerza y el poder suficiente para “comerse” al PP. Craso error. Despertaron a “la fiera pepera” y el mordisco fue de órdago. Han desaparecido.
Ciudadanos demostró que existe en España un espacio político compuesto por el voto de gente profesional, de trabajadores, de personas humildes, de personas que valoran la meritocracia y el trabajo, que siguen esgrimiendo valores sin tener que llevar la banderita española ni el rosario encima para demostrar que aman a su país y que tienen buenas ideas. Gente a los que no les gusta estar siempre cabreados, enfrentados y que odian el discurso del “y tu más” de los partidos tradicionales. Piensan que no todo es rojo o azul. Que el punto medio también es válido y, por supuesto, existe.
Pero están callados. Es un votante carente de esperanza. Casi ni participan del voto en las ulteriores elecciones. Están decepcionados y ávidos de tener referentes políticos que miren a los demás. Están ávidos de tirar de la cadena y que se hundan en las cloacas los corruptos de esos partidos hegemónicos que no buscan más que el bien propio, el de sus enchufados, el de sus amigos. Pero no el de los españoles. Para ello sólo hace falta ver el desastre generado por los políticos tras la dana. Sólo hablan del “y tu más” pero ninguno de ellos se moja el culo y da la cara como debiera. Y mientras la gente sin casa, sin luz, sin gas, sin comida. Sin futuro.
Quien dijo aquello de “todo para el pueblo, pero sin el pueblo” para defender el “absolutismo ilustrado” nunca pensó que esto podría llegar a ser el sistema utilizado en una supuesta democracia occidental moderna y democrática de finales del primer cuarto del siglo XXI. Tres siglos después no hemos aprendido nada.
A continuación, les dejo una pequeña intervención en la que expongo de la idea la necesidad de un partido de centro para España en mi colaboración de esta misma semana en la magnífica tertulia de EDATV. Espero les guste, sólo es mi punto de vista. Y ya saben, ante gustos: colores.