En muchas partes del mundo, la libertad es algo que se da por sentado, algo cotidiano que apenas valoramos. Sin embargo, en otras regiones esa misma libertad puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. El pasado viernes vimos una manifestación y huelga conjunta en contra del Estado de Israel, un evento que pone en evidencia la ignorancia y el analfabetismo de ciertos sectores en Occidente, particularmente en la Unión Europea.
Durante el último año, el discurso crítico hacia Israel ha cobrado fuerza, dando lugar a un antisemitismo disfrazado de lucha por los derechos humanos. Esta postura no solo distorsiona la realidad, sino que también ataca el derecho legítimo de Israel a proteger a sus ciudadanos frente a amenazas y ataques terroristas. Conviene recordar que el pueblo judío ha buscado la paz desde siempre, y que, en medio de una región dominada por regímenes autoritarios, Israel sigue siendo la única democracia genuina.
La importancia de una democracia
Israel es un país que permite la libertad de expresión en su máxima expresión, incluso cuando esa libertad se utiliza para criticar al propio Estado. La capacidad de manifestarse sin temor a represalias físicas o económicas es uno de los pilares de una sociedad democrática. En Israel, los derechos humanos son más que palabras; son hechos. Es el único país en la región donde los derechos de las mujeres, de la comunidad LGTB y de las minorías religiosas y étnicas están garantizados y protegidos por la ley.
Desde su creación, Israel ha tendido la mano a sus vecinos, buscando relaciones diplomáticas y una paz duradera. Sin embargo, la respuesta ha sido, en la mayoría de los casos, el rechazo y la confrontación. Muchos países vecinos no han aceptado la presencia de un Estado judío en lo que consideran "tierras musulmanas". Este conflicto no es reciente; la hostilidad hacia los judíos se remonta a los tiempos del profeta Mahoma y durante más de 14 siglos los reinos e imperios musulmanes de la región han perseguido sistemáticamente a las minorías religiosas, especialmente al judaísmo.
La amenaza terrorista
Hoy en día, la idea de que los judíos no tienen derecho a existir sigue viva en sectores radicales del mundo musulmán, como quedó demostrado con el ataque brutal del 7 de octubre de 2023. Ante esta realidad, la pregunta es inevitable: ¿qué debería hacer un Estado democrático como Israel, rodeado de enemigos armados, que amenazan su existencia día tras día? ¿Debería simplemente mirar hacia otro lado mientras sus ciudadanos—judíos, cristianos, musulmanes, drusos, bahaíes y otros—son asesinados por terroristas de Hamas y Hezbolá?
La respuesta no admite dudas: Israel tiene el derecho y el deber de defenderse. Ante una amenaza existencial, cualquier nación con el más mínimo respeto por la vida de sus ciudadanos debe tomar medidas firmes para protegerlos. Israel no solo se enfrenta a ataques militares, sino también a una guerra ideológica que busca deslegitimar su existencia. Aquellos que critican a Israel por ejercer su derecho a la autodefensa ignoran la realidad de vivir bajo el constante acecho del terrorismo y la obligación de un gobierno de garantizar la seguridad de todos sus ciudadanos.
El Occidente ajeno a la realidad
Muchos en Occidente, ajenos a la complejidad del contexto islámico y las realidades históricas de la región, no comprenden la magnitud de estas amenazas. En particular, la izquierda europea, que históricamente ha simpatizado con regímenes totalitarios, continúa adoptando una postura contraria a Israel. No es difícil ver las similitudes con el apoyo brindado a la Unión Soviética durante la Guerra de Vietnam, la invasión de Praga, o las manifestaciones de mayo del 68 en Francia.
Es crucial entender que el odio hacia Israel no se trata de la defensa de los derechos humanos. Es el choque entre un Estado democrático, que defiende valores universales de libertad y derechos individuales, y movimientos totalitarios que buscan la destrucción de Israel. Israel, con su historia milenaria y su presencia en la región mucho antes que otros países modernos, tiene el derecho inalienable de existir y de defenderse.
Conclusión
El debate sobre Israel y su derecho a defenderse es, en última instancia, un debate sobre los valores que queremos defender como sociedad global. Israel se enfrenta no solo a enemigos externos, sino a una guerra de desinformación que busca erosionar su legitimidad. En medio de este panorama, no podemos permitirnos olvidar que la libertad y la democracia son valores que deben protegerse, y que el derecho a la autodefensa de Israel no es solo una necesidad, sino un acto legítimo de supervivencia frente a quienes buscan su destrucción.