Estimado director,
Con la experiencia positiva que he tenido en Italia, primero con Berlusconi y luego con Meloni, intervengo con cierta prudencia y sin arrogancia en el debate sobre lo que debería hacer la Derecha española para ganar (o al menos competir por la victoria), desalojar a los social-comunistas del poder y echar a Pedro Sánchez de la Moncloa. En mi opinión, este debería ser el objetivo prioritario para todos los españoles de buena fe.
Sé bien, querido Ramón, que en España todo el debate político está lamentablemente "contaminado" por temas como Cataluña, Puigdemont, la amnistía, etc. Sin embargo, intentaré expresar mi opinión sobre la posibilidad de una Derecha española ganadora sin mencionar estos temas relacionados con Cataluña. Por ello, pido disculpas de antemano a tus lectores si hablo simplemente como un italiano anticomunista y anti izquierdista que vive en España.
Como dijo el gran Winston Churchill, auténtico vencedor de la Segunda Guerra Mundial y enemigo irreductible de todos los totalitarismos (es decir, tanto del nacionalsocialismo de Hitler como del comunismo, a igual nivel): "Alguien ha dicho que la democracia es la peor forma de gobierno, excepto todas las demás formas autoritarias y totalitarias que existen en el mundo".
Por eso, antes de lanzarnos precipitadamente a la batalla de las elecciones nacionales, tal vez sea hora, para la Derecha española (y europea), de entender claramente dónde está la enfermedad que afecta a la democracia en España, en Italia, en Europa y en gran parte de Occidente, y que reivindicamos con razón como una joya de la corona del mundo libre.
Si queremos salvar la democracia como el mejor sistema de gobierno del mundo frente a los autócratas y totalitarios que abundan, debemos admitir con seriedad que hoy el sistema de elecciones democráticas se asemeja a un mercado de favores, con acuerdos opacos y a menudo secretos.
Los “representantes del pueblo” viven en un castillo dorado, derivando su poder de la creación de una clientela: aquellos que votan a "su" concejal porque les ha hecho un favor, les ha prometido algo o porque esperan que coloque a su hijo, sobrino o cuñado en algún puesto de trabajo. Rara vez votan por compartir ideales o convicciones políticas, si es que alguna vez las tuvieron.
Entonces me pregunto y le pregunto, querido director: ¿es el problema de la derecha en España simplemente la gestión del poder por parte de Sánchez, Sumar y Puigdemont?
¿O tal vez el problema real (y más grave) de la democracia en general radica en la gestión inescrupulosa y propietaria del poder, ya sea de derecha o de izquierda? ¿Un poder que, junto con el dinero de los contribuyentes, proviene directamente de la gestión directa o indirecta de la llamada cosa pública, cuyo objetivo real parece ser la adquisición de consensos, clientelas y preferencias derivadas de ella?
Además de oponerse a Sánchez y Puigdemont (lo cual hay que hacer, repito), ¿no sería importante que la derecha comenzara de inmediato a luchar por una reforma profunda del aparato público, empezando por las comunidades autónomas y otros ámbitos de la política? ¿No debería ser prioritario para la derecha establecer como objetivo principal la reducción del poder y del dinero público en manos de la política y los políticos, independientemente de su orientación? ¿Estamos tan seguros de que incluso los campeones de la derecha no tendrían su propia cola de "clientes" locales esperando favores, contratos o colocaciones?
¿Podemos excluir con certeza que nuestros representantes de centro-derecha también busquen gestionar la montaña de dinero público que representa el gobierno? ¿Estamos convencidos de que, sin una profunda reforma y reducción del aparato público, así como de la cantidad desmesurada de dinero público que se despilfarra a diario, los representantes de la derecha serían mejores gestores que los de la izquierda?
Permítame decir con franqueza que, en términos de gestión inescrupulosa de los asuntos públicos, los de Izquierda son imbatibles (Sánchez lo demuestra en gran escala). Pero también me permito dudar mucho de que "los nuestros" en la Derecha sean finalmente capaces de distinguirse con comportamientos más éticos en la adquisición de consensos.
Concluyo esta carta, querido director, con una cálida y sentida invitación a mis amigos de la derecha, en España y en Europa. Debemos demostrar que la Derecha es profundamente diferente de los siniestros profesores de la gestión clientelista del dinero público (¡Sánchez es el mayor maestro en esto!).
Debemos declarar claramente que queremos reducir el poder dañino de los gobiernos nacionales y regionales, bajar los impuestos y limitar el dinero público en manos de los políticos. Debemos luchar realmente para que los ciudadanos y las empresas privadas (pequeñas o grandes) puedan invertir su dinero de manera rentable, sin ser exprimidos como naranjas. Está claro que el sector privado es el único capaz de crear empleo y riqueza, algo que nunca podrá hacer el gobierno.
Ronald Reagan decía correctamente: "¡No le pidas al gobierno que resuelva un problema, porque el gobierno es el problema!"Si no seguimos este camino, estamos destinados a una nueva derrota rotunda en las próximas elecciones, con o sin los engaños y mentiras de Pedro Sánchez.
Javier Milei en Argentina (¡cuántas similitudes hay entre argentinos y españoles!) está demostrando que otro camino es posible, y por eso conecta con tantos jóvenes argentinos. Es a los jóvenes a quienes debemos dirigirnos en España y Europa, porque son ellos quienes están siendo despojados de su futuro por políticos que, especialmente los de izquierda, gastan sin escrúpulos el dinero de los contribuyentes y les imponen una montaña de deuda pública.
Si esta es la línea política que quiere adoptar la derecha en España, considérenme desde ahora al frente de la batalla. Confíen en mí a vuestro lado.
Ernesto Caccavale
Exdiputado en el Parlamento Europeo