El sistema electoral: la clave de la victoria de Trump
El sistema electoral de Estados Unidos se basa en un modelo de "mayoría simple" en el que cada estado adjudica la totalidad de sus votos electorales al candidato más votado, aunque sea por un margen mínimo. Cada estado tiene un número específico de votos en el Colegio Electoral, determinado en función de su población. En total, se reparten 538 compromisarios, y el candidato que alcanza un mínimo de 270 votos electorales gana la presidencia. Este sistema puede generar resultados donde el ganador en el Colegio Electoral no siempre coincide con el vencedor del voto popular, una circunstancia que ya se ha dado en elecciones pasadas.
En esta ocasión, Trump superó los 270 votos electorales necesarios en apenas unas horas de recuento, lo cual fue una muestra de la contundencia de su victoria. Sin embargo, la sorpresa fue aún mayor cuando se confirmó que, además de los votos electorales, el expresidente también ganó el voto popular con más de cinco millones de votos de diferencia frente a Harris. Este resultado marca la primera vez en la historia electoral reciente que un candidato republicano se impone en ambos recuentos (electoral y popular) desde que George W. Bush lo lograra en 2004 frente a John Kerry. Además, de las tres elecciones presidenciales en las que Trump ha sido candidato, esta es la primera en la que logra superar en votos populares a su oponente demócrata.
Un cambio respecto a las elecciones de 2020
El actual presidente, Joe Biden, había vencido a Trump en las elecciones de 2020 por una diferencia de 4,47 puntos porcentuales, consiguiendo el 51,38% de los votos frente al 46,91% de Trump, lo que equivalió a una distancia de unos siete millones de votos. En ese entonces, Biden no solo ganó el Colegio Electoral, sino también el voto popular, revirtiendo la tendencia de las elecciones de 2016, donde la candidata demócrata Hillary Clinton obtuvo más votos que Trump, aunque perdió la presidencia debido a la distribución de los votos en el Colegio Electoral.
En las elecciones de 2024, el mapa electoral ha cambiado en tres estados clave respecto a los resultados de 2020. Los republicanos lograron teñir de rojo Pensilvania, Georgia y Wisconsin, tres estados que fueron decisivos en la victoria de Biden hace cuatro años. Estos cambios en el mapa muestran la eficacia de la campaña republicana para captar el apoyo de votantes en regiones que anteriormente apoyaron a los demócratas.
La caída en la participación: un factor determinante
La participación en estas elecciones ha sido significativamente más baja que en 2020, y esta caída ha tenido efectos muy visibles en los resultados. En la elección de 2020, Biden y Trump obtuvieron un total de 155.505.139 votos. Sin embargo, en las elecciones de 2024, Trump y Harris suman apenas unos 137 millones de votos, una cifra considerablemente menor.
Esto implica que alrededor de 20 millones de votantes decidieron quedarse en casa en lugar de participar en esta elección. Según los análisis preliminares, la abstención fue especialmente notable entre algunos sectores demográficos, como jóvenes y mujeres, grupos que históricamente han apoyado en gran medida a los demócratas.
Este descenso en la participación ha sido una de las grandes razones que han allanado el camino para el regreso de Trump a la Casa Blanca. Algunos analistas señalan que la apatía entre ciertos sectores progresistas y el desinterés de algunos votantes claves han perjudicado las posibilidades de los demócratas, permitiendo así que Trump aprovechara la oportunidad para recuperar el poder.
Conclusión: una elección histórica y un desafío para el futuro político de Estados Unidos
La victoria de Trump en las elecciones de 2024 marca un hito histórico y plantea nuevos desafíos para el sistema político de Estados Unidos. Su regreso a la Casa Blanca podría llevar a cambios significativos en la política nacional e internacional, dada su promesa de continuar con una agenda "América Primero". Asimismo, esta elección refuerza el debate sobre el papel del Colegio Electoral y su impacto en el sistema democrático, ya que el sistema actual permite que un candidato pueda alcanzar la presidencia incluso sin el respaldo mayoritario del voto popular, aunque en esta ocasión Trump logró ambos.
Los próximos años serán cruciales para observar cómo los republicanos, liderados nuevamente por Trump, consolidan su influencia en la política estadounidense y cómo los demócratas reorganizan su estrategia para reconectar con aquellos votantes que no acudieron a las urnas. Estados Unidos entra en una nueva fase política, con una sociedad dividida y grandes retos en el horizonte.