El Balonmano Granollers es un equipo plagado, plagadísimo, de jóvenes jugadores y figuras en ciernes que rondan los 18-24 años, acompañados de algún veterano de mil guerras como el “cuarentón” de La Llagosta, Antonio García o el baluarte defensivo, el de Santa María de Palautordera, el doctor Oriol Rey, o el recientemente fichado Jordi Deumal para el extremo izquierdo, ambos con 30 años. Fuera de ellos los demás, unos “niños” si los comparamos a los azulgranas.
Y a pesar de eso hoy han dado la cara, han mantenido la llama encendida casi todo el partido y han hecho vibrar a los ¡¡5.100!! espectadores que llenaban el Palau d’Esports de Granollers. ¡Casi nada!. Todo un récord para este deporte.
En cualquier caso, si ustedes me preguntan de cuánto iba a perder el Granollers en los primeros 20 minutos de la primera parte les hubiera contestado que de muchos. Teníamos una defensa que no sabía interpretar el juego azulgrana ni cortar las líneas de pase ni frenar sus lanzamientos. En 18 minutos el Barcelona ya ganaba de 5 (8-13) y así seguía a los 20 con el 10-15 que reflejaba el marcador.
Los extremos tenían autopistas para correr porque era imposible frenarlos, de hecho Hampus Wanne consiguió nada menos que 7 goles en la primera parte y Aleix Gómez 3. Los “bazookas” que lanzaban los N’Guessan, Nem y compañía eran imparables y, por si faltaba algo, el pivot paseaba por el área con demasiada comodidad.
No era un problema de porteros: ni Gonzalo Pérez de Vargas, en el Barcelona, ni Roberto Rodríguez, en el Granollers, paraban casi nada porque los atacantes tiraban con mucha facilidad a portería. A ambas. En ese momento, en el minuto 18, el toledano llevaba sólo 4 paradas y el sevillano del Granollers, tres, una menos. Pero algo debió ver Antonio Rama que metió al junior Pau Panitti en pista por Rodríguez. Y funcionó. Al margen que remozó el equipo ofensiva y defensivamente provocando ese juego de alta velocidad que tanto le gusta a Rama y a sus chicos.
Como si fuera un talismán, Panitti consiguió que sus compañeros se sintieran más seguros gracias a un par de intervenciones y de ese 10-15 pasan, en diez minutos, a endosar al Barça un parcial de 7-3 que sirvió para irse al descanso con sólo un tanto por abajo: 17-18. Toda una gesta tal como había transcurrido la mayor parte de estos primeros treinta minutos de juego.
En la segunda mitad el partido se convirtió en mucho más táctico e igualado. Los primeros cinco minutos vieron sendos empates a 18, 19 y 20 que pusieron a la numerosa afición local con la esperanza a flor de piel. Hasta que salió el mejor portero del mundo, el danés Emil Nielsen, sustituyendo a Pérez de Vargas. Y la lio, igual que hizo Panitti en la portería vallesana, poniendo todos los problemas del mundo a sus rivales y consiguiendo tres paradas casi consecutivas que ayudaron a sus compañeros a tomar ventaja en el marcador con el 20-24 a los 10 minutos, que provoica un tiempo muerto de Antonio Rama.
A pesar de todo, los jóvenes locales sacaron las últimas fuerzas de no se sabe donde y se pusieron a un solo gol de conseguir empatar el partido: 24-25 a los 18 minutos de la segunda parte. Luego 25-26 con penalti de Pablo Urdangarín, que no falló ninguno, (ya podemos afirmar que es el especialista nº 1 en 7 metros por delante de Antonio García) en el minuto 19 y, a partir de allí, tiempo muerto de Carlos Ortega, entrenador visitante, con tres consignas: defensa, defensa y más defensa.
Tanta tensión defensiva azulgrana y la evidencia que la fuerza física llega un momento que se agota, como las pilas, provocó que los de Rama fallaran absurdamente en ataque, lanzaran a las manos de los porteros, pensaran demasiado rápido los pases cuando ni las piernas ni las manos seguían esa velocidad y se perdieran en discusiones bizantinas ante los árbitros (por cierto, no me gustaron nada: no se puede jugar siempre a caballo ganador) que les hizo perder la concentración y el partido pero, eso sí, con orgullo y con un aplauso para recordar de esos más de 5.000 aficionados que llenaron el super Palau de Granollers.
Dos exiguos goles en 12 minutos no significaron nada ante los cinco tantos azulgranas en esos mismos 12 minutos finales. 27-31 y ¡se acabó!. Pero para los que saben de este deporte y los amantes de la estadística voy a ofrecerles un dato: en los siete partidos de Liga disputados por el Barcelona hasta el momento su guarismo inferior de goles había sido de 36, antes de llegar a Granollers, lo que demuestra la gran defensa local ante un equipo, obviamente, de otra galaxia.
Como decíamos en la previa al partido, hoy se enfrentaban David contra Goliat. Un equipo de 700.000 euros de presupuesto contra uno de más de 7 millones y, a pesar de eso, el David del balonmano catalán y español, le ha jugado de tú a tú al Goliat del balonmano europeo. Chapeau por el Balonmano Granollers.