La situación en la AP-7 se ha agravado desde la eliminación de los peajes, lo que ha provocado un incremento significativo en el tráfico. A diario, se observan retenciones de varios kilómetros, especialmente en las zonas cercanas a Barcelona y en las principales intersecciones. Estas congestiones afectan no solo a los usuarios locales, sino también al transporte de mercancías, un sector clave para la economía de Cataluña. Sin el Cuarto Cinturón, gran parte de este tráfico sigue dirigiéndose a vías congestionadas, ralentizando los tiempos de desplazamiento y elevando los costos operativos para las empresas de la región.
La finalización del Cuarto Cinturón permitiría desviar parte de este tráfico, descongestionando así la AP-7 y otras vías que actualmente soportan una carga excesiva. Esto tendría beneficios claros y directos para los usuarios y el medio ambiente. Menos tiempo de viaje se traduce en un menor consumo de combustible, lo que a su vez reduce las emisiones de gases contaminantes y la dependencia de los combustibles fósiles. Además, el Cuarto Cinturón reduciría los tiempos y costos de mantenimiento de vehículos, algo crucial para transportistas y particulares.
Desde un punto de vista económico, la B-40 también tiene un potencial significativo para conectar de forma más eficiente las comarcas del Vallés y el Bajo Llobregat con el resto del área metropolitana de Barcelona. Al mejorar estas conexiones, se fomenta un desarrollo económico más equilibrado, fortaleciendo tanto las áreas industriales como las zonas residenciales de estas comarcas. La construcción del Cuarto Cinturón no es solo una inversión en infraestructura; es una apuesta por la competitividad y el crecimiento sostenible de la región.
Existe una fuerte presión a que no se lleve a cabo esta infraestructura desde los movimientos ecologistas y las asociaciones de agricultores y ganaderos. Sin embargo, como se ha demostrado en otras muchas infraestructuras viarias de construcción reciente en Catalunya, como el C-25 o Eje Transversal que une Cervera con Girona, o el Túnel de Bracons que une a Vic con Olot, estas obras pueden hacerse respetando el entorno y el paisaje.
En conclusión, desencallar el proyecto de la B-40 es una necesidad urgente para Cataluña. Las ventajas de esta infraestructura son claras y van más allá de la simple movilidad: abarcan beneficios ambientales, económicos y sociales. El Cuarto Cinturón permitirá una movilidad más eficiente, una reducción de la congestión en las vías actuales y una conexión más robusta entre las comarcas de Barcelona. Con el creciente volumen de tráfico, no podemos permitirnos más retrasos. Es hora de priorizar y acelerar la construcción del Cuarto Cinturón, transformando así la movilidad y el desarrollo en Cataluña.
Veremos si el PSC, que actualmente gobierna Catalunya con Salvador Illa a la cabeza, es capaz de convencer a los partidos que le soportan en el Generalitat o debe sucumbir a sus presiones en contra del desarrollo y la normalización de Catalunya. Como ha demostrado el desastre ocurrido en Valencia hace casi un mes, mal futuro tiene un territorio cuando se deja en manos de políticos y no de expertos.